La guerra comercial se acentúa

Donald Trump quiere ser el que tenga la última palabra. Bajo la justificación de prácticas desleales por parte de China, ha vuelto a imponer nuevos aranceles en respuesta a la contestación por parte del país asiático a las medidas arancelarias ya aplicadas por los Estados Unidos, parece el cuento de nunca acabar, pero que tiene y tendrá unas repercusiones globales únicamente vistas en otros tiempos más beligerantes.

Los primeros aranceles afectaban a productos y materiales industriales de carácter primario, perjudicando a sectores como el automovilístico, metalúrgico y al entramado industrial en general.

Ahora, le toca a los productos alimentarios, frutas, verduras, cereales, productos cárnicos, madera y materiales varios de construcción. Exagerando la situación, ha comenzado limitando la capacidad industrial y de fabricación, con gran repercusión en el PIB de Estados Unidos, a no dejar comer. Tiene cierto parecido a las estrategias que se llevaban a cabo en la Edad Media cuando se sitiaba una fortaleza, cosa seria. Y además, Trump, amenaza con imponer nuevos aranceles si China se atreve a responder comercialmente, claro.

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China ha denunciado esta conducta unilateral de Estados Unidos, estos niveles de proteccionismo que para el oriundo del “nuevo mundo” ve como algo patriota, y parece no ser consciente que afecta directamente a los costes de producción, encareciéndolos, de las empresas locales en las que trabajan, a las que perfectamente podía haber aplicado un impuesto especial por precisamente eso, recibir suministros desde China.

Pero claro, eso ya no es tan patriota. Empresas tan conocidas como Harley&Davidson abrirán fábrica en Europa para contrarrestar los efectos del incremento en los precios de los materiales. Ya que le resulta más barato deslocalizarse a Europa que importar directamente desde China a Estados Unidos, lo nunca visto.

Las repercusiones que esto puede tener a largo plazo ya las hemos visto anteriormente en la historia y no siempre han salido bien, “cuando en un parque de juegos eres el niño que más rebelde, corres el riesgo de que no quieran volver a jugar contigo”.

Darío García, analista de XTB