García Brosa considera “urgente” recuperar el consumo doméstico de cemento

No son buenos tiempos para la industria cementera. En el segundo semestre de 2019, el consumo de cemento se paralizó. Situación que se agudizó en enero y febrero de 2020, con unas caídas del 8,6% y del 0,5%, respectivamente. La aparición del covid no hizo sino acrecentar el desasosiego. Así, en los cinco primeros meses del año, el desplome ha sido del 21,2%. “Desgraciadamente, reducir la caída de un 50% en abril a un 18% en mayo no se puede considerar una recuperación”, se lamenta Víctor García Brosa, presidente de Oficemen, en una entrevista concedida a MERCA2.

Conviene recordar que la industria cementera lleva una década intentando recomponerse de la gravísima crisis de 2008. Sin duda, la más larga y aguda sufrida por el sector desde el principio de los tiempos, con la excepción de la Guerra Civil. De ahí que, en la última década, haya sufrido una caída del 80% en el consumo doméstico. ¿En toneladas? Poco más de 14 millones.

La capacidad instalada está preparada para dar respuesta a una demanda tres veces mayor

“Hoy por hoy, la necesidad más urgente de nuestro sector sigue siendo recuperar un consumo doméstico y un negocio exterior acordes con la capacidad instalada de nuestras fábricas”, reconoce Víctor García Brosa. Porque la situación actual no tiene precedentes. Y es que la capacidad instalada está preparada para dar respuesta a una demanda tres veces mayor.

Durante la segunda década del siglo XX, la exportación de cemento supuso un colchón para el sector. “No podemos aventurar si pudiera ser una salida válida ya que es previsible que la demanda de cemento pueda verse afectada fuera de nuestro país también”, recalca. España es el mayor exportador de cemento de la Unión Europea.

EL CEMENTO Y LOS COSTES ENERGÉTICOS

Una fábrica de cemento en España paga entre 20 y 25 euros más por megavatio frente a su equivalente francesa o alemana. Sin duda, una posición de partida en clara desventaja. “La necesidad de aprobar el estatuto del consumidor electrointensivo es ya imperiosa y no puede retrasarse más”, subraya Víctor García Brosa.

Se trata, también, de asegurar que cualquier crecimiento de la demanda interna sea satisfecho por la industria local. No por importaciones de terceros países. “A este respecto, es necesaria la implantación de un mecanismo de ajuste en frontera para las emisiones de dióxido de carbono, en convivencia con el sistema de asignación actual”, propone el presidente de Oficemen. De esta manera, se les permitiría mitigar la pérdida de competitividad con países que no tienen el mismo nivel de compromiso con la reducción de emisiones.

Los esfuerzos de I+D+i de la industria cementera se resumen en producir con el menor impacto posible. Oficemen ya tiene “muy avanzada” la hoja de ruta para alcanzar la neutralidad climática en 2050.

MOTOR DE RECUPERACIÓN

Cierto que en la desescalada se han retomado las obras paralizadas durante el confinamiento, pero la incertidumbre continúa. “Comprendemos que la situación actual no es la idónea para ver resultados a corto plazo, pero sí la adecuada para sentar las bases de la reconstrucción futura de nuestra economía”, apunta el presidente de la Asociación de Fabricantes de Cemento de España.

Sobre esta premisa, Víctor García Brosa resalta que desde Oficemen “observamos con atención y expectación todas las informaciones sobre cómo va a plasmarse el plan de inversiones y reformas del Gobierno. Es decir, el documento que se enviará a Bruselas para marcar los proyectos futuros”.

Hablamos de 150.000 millones de euros de inversiones públicas que, previsiblemente, arrastrarán en total 500.000 millones de euros teniendo en cuenta las inversiones privadas. “Las infraestructuras deberían tener un papel prominente, por ser el mejor activo para dinamizar la demanda de otros sectores. También por su capacidad de generar empleo de forma inmediata”, recalca el presidente de Oficemen.

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De ahí que Víctor García Brosa considere que las infraestructuras no pueden seguir siendo la moneda de cambio en la contención del déficit público. Algo que ha venido sucediendo desde la última década. “Es algo que la sanidad, la educación, el turismo, la movilidad y, en definitiva, la competitividad de nuestro país no puede permitirse por más tiempo”, concluye.