Desde que España es una monarquía parlamentaria no se ha sentado ningún rey en el trono del Palacio Real, Letizia y Felipe no son excepción. En las estancias donde antaño se podía oír la algarabía de miles de miembros de la corte, hoy se oye el pasar de los turistas y el ir y venir de las 700 personas que trabajan en el edificio para mantenerlo.
Hoy en día, el palacio es más un reclamo turístico que un símbolo de la monarquía presente. El Salón del Trono ya no es el lugar donde el Rey puede alzar su mano por encima de las demás. En la actualidad, esta sala solo se usa para celebrar la Pascua Militar, para pronunciar el discurso del Rey ante cuerpo diplomático y para recibir a los invitados que acuden a una cena de gala.
Tronos de color rojo y oro
En el Salón del Trono, dos sillones rojos en lo alto de unas gradas hacen las veces de tronos para sus majestades. Están custodiados por dos estatuas que representan la Justicia y la Templanza. Flanqueando los ángulos, cuatro leones de bronce esculpidos por Matteo Bonicelli en 1651, vigilan el acceso a los reyes y atestiguan su origen real.
Originalmente, en el siglo XVII, eran 12 leones. El grupo se esculpió para decorar el Salón de los Espejos del antiguo Real Alcázar de Madrid. El encargo lo solicitó Diego Velázquez en su segundo viaje a Italia. Debido al incendio que sufrió el Alcázar en 1734, las piezas supervivientes fueron restauradas y reubicadas. Para esculpirlas se usó como modelo el león de Médici de Flaminia Vacca (1594), que era copia de un león del siglo II d.C.
