España busca mano de obra en Portugal

El sector de la construcción ha comenzado a recuperarse y en algunas ciudades ya está en niveles de antes del estallido de la crisis económica. Los españoles demandan viviendas y las promotoras y constructoras se afanan en buscar terrenos para levantar edificios. Pero existe un problema: faltan obreros, sobre todo, ferrallistas. Portugal, un país que vive un boom inmobiliario se ha convertido en la ‘cantera’ de este tipo de oficios en España.

«Ahora, es casi imposible ver un chaval de 18 o 19 años en la obra». Esta frase es repetida una y otra vez por arquitectos, promotores, obreros veteranos… Todos los empleados relacionados con el mundo de la construcción alcanzan la misma conclusión: «Falta mano de obra en España». Esta ausencia de jóvenes trabajadores no es sino una consecuencia de la crisis económica que asoló Europa hace diez años. Porque sí, lo cierto es que de una u otra manera la fuerte recesión sufrida todavía afecta al sector.

Cuando los primeros síntomas de la crisis llegaron a España fueron la construcción y el inmobiliario, los primeros sectores en resentirse. Un país donde cada semana se levantaba un edificio, de repente observó como las máquinas se paraban, los obreros se marchaban a casa y como los grandes proyectos urbanísticos se convertían en amasijos de ladrillos y hormigón sin acabar.

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Tras el estallido de la crisis, en España se destruyó el 42% del trabajo en la construcción. Son datos demoledores que significan que cuatro de cada 10 empleados pasaron a engrosar la lista del paro. El perfil de la mayoría de estas personas correspondía casi siempre al mismo patrón: varón de más de 40 años y con escasa formación académica. La mayoría de ellos tuvieron que buscar cobijo en otros sectores o buscar una jubilación anticipada.

Ahora, el problema es otro bien distinto. La construcción ha comenzado a sufrir los primeros síntomas de recuperación. De hecho, en ciudades como Madrid o Barcelona ya es una realidad. Tan real que muchos expertos comienzan a hablar de otra burbuja inmobiliaria. Pero falta algo esencial para que tan siquiera se comience a hablar de un boom: los obreros. Faltan encofradores, ferrallistas, expertos en fachadas, solados, alicatados, capataces.

Muchos de los que perdieron su trabajo hace una década se han reciclado y otros tanto ya están jubilados. Esto ha generado un problema para la constructoras y las promotoras. «Yo he intentado recuperar empleados que despedí por necesidad en tiempos de crisis, pero la mayoría de ellos ya están trabajando en otros sitios o simplemente se han jubilado», afirma la dueña de una mediana empresa de construcción.

Falta mano de obra, pero sobre todo mano de obra cualificada. Hay multitud de oficios que requieren de una especialización y una formación de los que la gran mayoría de empleados carece. Este es el caso de los ferralistas, encargados de la elaboración y colocación del hierro con el que se hacen las estructuras de hormigón armado.

La labor de estos trabajadores dentro de la obra es de vital importancia. De hecho, han de saber interpretar la documentación técnica, para preparar los trabajos de elaboración de armaduras, de manera que éstos se puedan realizar coherentemente. «No hay ferrallistas, la crisis se lo llevo», afirma un obrero.

PORTUGAL, LA SOLUCIÓN

Ante esta falta de personal especializado, España mira al país vecino, Portugal. Los lusos viven desde hace un año un boom inmobiliario, el capital extranjero no deja de invertir en la construcción y los trabajadores han visto una oportunidad de mercado. Por este motivo, es muy habitual comprobar como cada vez son más los ferrallistas portugueses ‘fichados’ por las empresas, para construir en España.

Según el INE portugués, el empleo en el sector pasó de 6.000 a 15.000 trabajadores en el último año. Pero no llegan. Hay tanta obra en curso que hacen falta miles de trabajadores. «Falta mano de obra en el sector, a día de hoy se precisan entre 60.000 y 70.000 mil nuevos trabajadores», afirma Ricardo Gomes, presidente de la Federação Portuguesa da Industria da Construção e Obras Públicas (Fepicop). Al final, las huidas de los profesionales a España -porque reciben mejores salarios- también merma el sector en Portugal.

LA MITAD DE SUELDO QUE HACE 10 AÑOS

Precisamente, son los salarios otro de los motivos por lo que la construcción ya no resulta tan atractivo para los jóvenes españoles. Antes de que estallara la crisis, un encofrador optaba a sueldos que en muchos casos superaban los 3.000 euros al mes. Ahora, esa cantidad es inimaginable de alcanzar. En la actualidad, los sueldos que se manejan rondan los 1.500 euros.

A pesar del considerable descenso del salario, muchos constructores admiten que se paga por encima del convenio ante la escasez de obreros. «Muchos trabajadores pasan de una obra a la de enfrente por 300 euros más. La competencia es feroz en algunos casos», afirma una empresaria del sector.

INVERSIÓN EN CAPITAL HUMANO

Las compañías apuntan a las escuelas de formación profesional como una de las causas principales de la carencia de obreros. Creen que debería de haber más cursos para hacer frente a la actual demanda de vivienda nueva. Por este motivo, la Fundación Laboral de la Construcción se encuentra desbordada. Al año son cerca de 75.000 personas las que se inscriben en los cursos de esta fundación. De esta institución salen muchas personas con un trabajo asegurado.

La otra fórmula por la que han optado muchas empresas es por formar ellas mismas al trabajador. Por este motivo, multitud de compañías invierten hasta 2.000 euros en la formación de los jóvenes. Sin embargo, esta táctica es un arma de doble filo, porque en alguna que otra ocasión ven marchar a sus ‘promesas’ a la competencia por un sueldo mayor. Es decir, pierden la inversión realizada en el capital humano.

LA FORMACIÓN, OTRA DE LAS TRABAS 

De todos modos, los salarios y la crisis no son las únicas causas que han causado esta fuga de los trabajadores. Las nuevas exigencias de las empresas constructoras también han limitado la contratación de personal. Las compañías cada vez son más estrictas y buscan trabajadores cualificados. «Se ha desterrado aquel dicho que decía: ‘el que no vale, para la obra’. Ahora se busca gente con formación», afirma un empleado de la Fundación Laboral de la Construcción. Esto supone un hándicap para las personas que se quedaron en el paro durante la crisis y que ahora no pueden acceder a los mismos puestos que dejaron en su día por falta de formación.