Las empresas de cigarros electrónicos, en jaque por el coronavirus

La crisis del coronavirus ha puesto las cosas difíciles a numerosos negocios y, aunque siempre se señala al sector turístico como el principal damnificado, lo cierto es que hay otros que también están sufriendo bastante. Hace unas semanas, el Gobierno instauraba la prohibición de fumar en las calles bajo condiciones determinadas, cosa que afectaba a los fumadores y, por ende, a las tabacaleras.

Pero la situación no se ha quedado ahí, los cigarrillos electrónicos están pasando complicaciones bastante serias. El sector, que ya arrastraba una lucha con determinados sectores, incluido el propio Ministerio de Sanidad, ha sufrido recientemente otro revés a raíz de un estudio que vincula el e-cigar con la transmisión del COVID-19, algo que empeora el panorama para las empresas especializadas en este ámbito.

Las turbulencias no se acaban para los cigarrillos electrónicos

Recientemente, un estudio del Grupo Español de Cáncer de Pulmón (GECP), subrayaba la posibilidad de que fumar cigarros electrónicos aumente el riesgo de transmisión de COVID-19. Los oncólogos de este grupo profesional han subrayado la urgencia de endurecer las medidas contra el tabaco y variantes como estos cigarros por los riesgos que están vinculados a ellos.

La reducción de la capacidad pulmonar aumenta también el riesgo de sufrir problemas pulmonares graves, agravando los síntomas de las enfermedades respiratorias, algo muy en la línea de los peligros que presenta el coronavirus. Precisamente la capacidad de los pulmones es algo que está íntimamente ligado al tabaco, a los cigarros tradicionales y a los electrónicos, ya que la merman con el paso del tiempo.

Toda esta situación está llevando a empresas como Vital Cigar a posicionarse y salir en defensa de su sector. Acontecimientos del pasado, como la campaña de Sanidad que insinuaba también que el cigarro electrónico mataba, han llevado al sector a denunciar al propio Ministerio anteriormente, abriéndose un caso que sigue sin resolverse dado que la institución no ha respondido como debiera.

El cigarro electrónico lleva años en el punto de mira

No es la primera controversia ligada a este terreno, ni tampoco será la última. La campaña impulsada por el Ministerio de Sanidad en 2019 fue atacada por diferentes empresas del mundo del vapeo. Los responsables de diferentes marcas alegaban que dicha campaña publicitaria era una vergüenza, al vinculárseles con el tabaco, mucho más dañino y nocivo que su producto tanto por composición como por efectos tanto directos como secundarios.

Médicos de Francia y Reino Unido han dado un paso al frente en varias ocasiones para defender que el cigarro electrónico no es tan peligroso como se sugiere por iniciativas como la deSanidad. De hecho, han llegado a asegurar que es una buena forma de dejar de fumar, ya que el consumidor puede ir ajustando los niveles de nicotina poco a poco hasta anularlos por completo con estos cigarros. Pudiendo así, renunciar a un hábito que no hace más que dañar al organismo.

Hay un choque de opiniones bastante peculiar con este terreno. De hecho, las quejas se agudizaron cuando se documentaron las primeras muertes por problemas de salud derivados directamente de fumar cigarros electrónicos o vapear. El problema, sin embargo, no radicaba en un problema de composición o de falta de seguridad por parte del proceso en sí, sino más bien del uso de aparatos que no contaban con los certificados de calidad y seguridad que deben cumplirse.

El problema de eso es que, a pesar de haberse demostrado que la raíz de esos problemas estaba en el uso de aparatos inadecuados, el sector quedó estigmatizado, sobre todo por las voces que llevan en su contra desde que empezó a dar sus primeros pasos. Aun así, si bien es cierto que hay profesionales de la salud que lo defienden, también los hay que lo critican con severidad. Tan solo hay que ver cómo la GECP no ha dudado en señalarlos precisamente por la transmisión de la COVID-19.

¿Es saludable o perjudicial?

A día de hoy, la balanza se decanta más por el lado positivo de los cigarros electrónicos que por el negativo. Aunque hay estudios que chocan, se ha demostrado que estos aparatos ayudan a dejar el tabaco tradicional gracias a la reducción de las dosis de nicotina. Sin embargo, también hay muchas personas que cambian el cigarro tradicional por el vapeo, manteniendo un hábito que a largo plazo no siempre es positivo.

Las opiniones chocan al igual que los intereses en esta industria, por lo que es difícil trazar una línea que separe por completo lo positivo de lo negativo. Lo que sí está claro es que el sector sigue con una diana en su pecho, y más en un 2020 marcado por una pandemia. Será interesante ver cómo avanza todo y cómo evolucionan, como también las reacciones de las empresas ante todo lo que se está colocando sobre sus hombros. ¿Qué pasará con los cigarros electrónicos?