‘El rey’ de Alberto San Juan sortea la censura mediática a través de Filmin

Jordi Costa critica en ‘Cómo acabar con la contracultura: Historia subterránea de España (1970-2016)’ las políticas culturales impuestas durante las últimas cuatro décadas, el gusto socialdemócrata de los diversos gobiernos y la inservibilidad de la cultura si no nace desde el conflicto o si no invita a la reflexión.

A la reflexión invita Alberto San Juan con ‘El rey’, obra teatral estrenada hace dos años y adaptada al cine gracias a la ayuda de 1.120 personas que contribuyeron en el crowdfunding lanzado por el Teatro del Barrio, que sorteó la barrera de la creación en la industria española, en manos de tres televisiones y del Ministerio de Cultura.

San Juan ejerce el papel del niño de ‘El traje nuevo del emperador’, cuento con el que Hans Christian Andersen actualizaba El Conde Lucanor de don Juan Manuel y denunciaba la invisibilidad de los errores del poder.

‘EL REY’, PESADILLA DESPUÉS DE NAVIDAD

‘El rey’ fue vista por apenas 7.000 personas en una docena de salas de Madrid, Barcelona, Bilbao o Pamplona. La película sigue su recorrido comercial y ahora se ha colocado entre los títulos más vistos de la plataforma ibérica Filmin, que mima los films alternativos en tiempos de masificación de los culebrones masculinos repletos de sexo y violencia que se tragan sin descanso por Netflix.

'El rey'
Juan Carlos I es el protagonista de ‘El rey’.

La película rememora la abdicación real, evidencia del «agotamiento del ciclo» del sistema político español según su autor. Juan Carlos I no es el villano de la obra: Luis Bermejo se pone en la piel de un anciano asustadizo que al igual que el cuento de Dickens recibe algunos fantasmas.

‘Cuento de Navidad’ denuncia el capitalismo industrial del XIX y ‘El rey’ despacha el último medio siglo español sin ofuscarse con el personaje protagonista. El monarca, separado de su familia, traumatizado por la muerte de su hermano, recriado entre militares y cobijado por Franco, es un títere más del sistema, no el único culpable.

BIBLIOTECA PROHIBIDA

La obra le recuerda a Juan Carlos I sus líos de faldas, su carta al sha de Persia para pedirle dinero para la UCD, el porcentaje que supuestamente cobraba por cada barril de petróleo y sus amistades peligrosas con la beutiful people menos decorosa.

El texto se basa en informaciones previamente publicadas por otros libros. Muchos de ellos sufrieron el silencio que le han dispensado a San Juan: ‘El negocio de la libertad’ de Jesús Cacho, ‘Fin de partida’ de Ana Romero, ‘La gran desmemoria’ de Pilar Urbano’, ‘El rey, golpe a golpe’ de Rebeca Quintáns, ‘Anatomía de un instante’ de Javier Cercas o ‘El precio de la transición’ de Gregorio Morán, a los que habrá que añadir ‘La democracia borbónica’ que acaba de publicar el navarro Alberto Lardiés.

Esta ‘biblioteca prohibida’ se une a otros movimientos culturales que critican el anacronismo de la institución, sus excesos y el almíbar que rodea a Zarzuela, situación informativa poco higiénica que en nada ayuda a la supervivencia de la corona y que nos retrotraen hasta el siglo XIX, cuando se realizaron las láminas satíricas tituladas ‘Los borbones en pelota’ que se atribuyen sin mucho fuste a los hermanos Bécquer y que no vieron la luz hasta 1991.

REPUBLICANISMO

‘El rey’ emparenta con otras expresiones musicales similares: «Rueda la corona» de La Raíz, «Jaque al rey» de SKA-P o «Los borbones son unos ladrones», canción que fue auspiciada por varios raperos hartos de una ‘Ley mordaza’ que con la excusa del terrorismo islámico nos hace involucionar en materias de derechos y libertades.

En pleno 2019 el CIS no se atreve a preguntar por la monarquía, Televisión Española emite un formato semanal obsceno sobre la Casa Real titulado ‘Audiencia abierta’ y las revistas del colorín, con ¡Hola! a la cabeza, se desorientan hacia el machismo y frivolizan a los cargos públicos a convertir a doña Letizia en un maniquí que compite con otras damas y que no puede repetir vestido.

Las televisiones estatales no emiten un reportaje crítico sobre la institución desde que Évole lo hizo… en 2012. Tan solo Euskal Telebista se saltó la norma hace unos meses con ‘La monarquía, un negocio rentable’.

¿Y el republicanismo español? Peor que hace siglo y medio. En 1869 Isabel II se deprimía en su exilio parisino y en las elecciones constituyentes ganó el progresista Juan Prim frente al Partido Republicano Federal. Por aquel entonces había medios abiertamente republicanos.

Hoy en día Pedro Sánchez presume de su amistad con Felipe VI, muy tocado en algunos ámbitos desde su discurso del 3-O. Cierto es que hoy en día en el Congreso hay más diputados republicanos que en los últimos cuarenta años: 98, aunque para el 28-A podrían caer hasta la sesentena tras los errores propios y el asunto catalán.

Cierto es que las generales serán las primeras en cuatro décadas que se votarán en clave identitaria, España y Catalunya, y el republicanismo español podría regresar a sus recientes tiempos oscuros e irrelevantes.

‘EL REY’

Uno de los aciertos de la película es su capacidad de síntesis. Teatro del Barrio ha relevado con acierto a Animalario y ‘El rey’ da muestras de ello. El film cuenta con una brutal escena.

En ella Juan Carlos I aparece como conductor de un reality-show entre focos, risas y aplausos y Luis Bermejo y el eternamente vetado Willy Toledo encarnan a Adolfo Suárez y a Felipe González respectivamente.

El careo lo pierde el socialista, acusado implícitamente de «tener prisa» para acceder al poder, señalado por su supuesta complicidad con los golpistas del 23-F para derribar a Suárez, y rematado como vaciador de calles y ejecutor de los sueños más húmedos del búnker: los GAL.

'El rey'
Felipe González y Juan Carlos I, dos de los señalados por ‘El rey’.

Bermejo, San Juan y Toledo han trabajado ‘gratis et amore’ para contar lo que les apetecía, han arrimado el hombro en tiempos de individualismo y reivindican la generación del sistema político español en un año en el que las banderas volverán a enterrar vergüenzas. Cierto es que Juan Carlos I se lleva toda la metralla. El ‘chaleco antibalas mediático’ de Felipe VI está por estrenar.