De la Serna crece como ministro… Y como político en el PP

A mediados de la semana pasada el ministro de Fomento, el santanderino Íñigo de la Serna, levantó el teléfono de su despacho y se puso al habla con la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, y con el consejero del ramo en la Generalitat de Cataluña. Su objetivo no era otro que lograr el respaldo de ambas administraciones para que el Gobierno central pudiera actuar y resolver la crisis creada por la huelga de trabajadores de Eulen en el aeropuerto de El Prat.

El conflicto se había enquistado, y encima estaba siendo utilizado por la propaganda independentista como argumento contra el Gobierno central, a pesar de que el Gobierno no tenía nada que ver al tratarse de un asunto que afectaba a la relación de una empresa privada con sus trabajadores. Hace mucho tiempo que el Estado había privatizado la competencia de control en los aeropuertos a empresas privadas de seguridad, y Eulen era una de ellas.

De la Serna había pedido un informe a sus servicios jurídicos, sobre la base de anteriores intervenciones del Estado en situaciones similares -la más famosa fue la huelga de los controladores aéreos-, y mientras en el Prat crecía la indignacion ciudadana, el Gobierno era informado de que al tratarse de una cuestión entre la empresa y sus trabajadores, estaba legalmente autorizado a intervenir para garantizar el servicio.

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Con ese informe bajo el brazo y consciente de que ante la desolación de miles de pasajeros el Gobierno podría actuar sabiendo que cualquier acción sería aplaudida por la gente, De la Serna convocó un gabinete de crisis con las tres administraciones y convenció a Generalitat y Ayuntamiento de que había que actuar o al final el conflicto se volvería en contra de todos.

En efecto, el ministro logró él respaldo que necesitaba, y el viernes se daba a conocer la decisión de enviar a la Guardia Civil a ejercer las labores de control en el aeropuerto si la huelga continuaba. Lo cual pasó ayer, medida que ha sido aplaudida por los usuarios sin distinción de ningún tipo. Era la única forma de garantizar que un derecho, el de huelga, colisionarla con los derechos de los ciudadanos, entre otros el de viajar libremente. Gracias a eso, De la Serna se ha convertido hoy en un ministro aplaudido y elogiado.

Y eso en un momento en el que el Gabinete de Mariano Rajoy está en horas bajas, es mucho decir, y sitúa al ministro en una posición de ventaja respecto de sus compañeros en la mesa del Consejo de Ministros. Esto no significa nada más que lo que quiere decir, pero no deja de ser cierto que los hay que ya ven de De la Serna a un posible candidato en las elecciones autonómicas e, incluso, en las generales.