Y Cospedal, también

Dolores de Cospedal recibió en secreto al comisario Villarejo en su despacho oficial en la sede del PP. La entonces secretaria general organizó junto a su marido, Ignacio López del Hierro, el encuentro el 21 julio de 2009, en plena tormenta por el Caso Gürtel.

Cospedal se ocupó de que el comisario entrara de la manera más secreta posible, en un coche oficial del PP y directamente acompañado por su personal más privado a su despacho, en la séptima planta de Génova, 13. Villarejo y Cospedal tuvieron una conversación de más de una hora y media.

Ignacio López del Hierro fue el encargado de organizar el encuentro secreto entre su mujer y el comisario Villarejo. El marido de Dolores de Cospedal llevaba más de un mes entrevistándose discretamente con Villarejo en una cafetería de Madrid. En estas conversaciones Del Hierro recibía información privilegiada del policía sobre las pesquisas del Caso Gürtel y diversos chivatazos, como informó Moncloa.com ayer.

En vista de progreso de la información fue Ignacio López del Hierro quien tomó la iniciativa para que hubiera un encuentro entre su mujer y el policía. En una charla que tivo lugar el 20 de julio, Villarejo advierte al marido de Cospedal de que Rubalcaba tuvo conocimiento previo de Gürtel, y de la necesaria precaución para usar «el canuto» (el teléfono) porque está intervenido por el CNI. Tras media hora de conversación, el marido de Cospedal lanza su propuesta:

–Ignacio López del Hierro: Yo antes o después quiero preparar una reunión tuya con ella.

–Villarejo: Lo que quieras. Lo ideal es, como dicen en mi pueblo, en tu casa o en la mía, de la manera más discreta.

Entonces el comisario explica que está teniendo reuniones secretas en su domicilio de Boadilla del Monte, una propiedad aislada en medio de un paraje natural, en el que es más fácil evitar los seguimientos. E incide en la necesidad de que el encuentro sea secreto: “Macho, si me queman, la fuente se seca”.

La entrevista tendrá lugar más antes que después. Al día siguiente Cospedal tiene un hueco en su agenda y López del Hierro y Villarejo quedan un cuarto de hora por la mañana para concretar los detalles de seguridad:

López del Hierro expone su plan, un coche camuflado del PP recogerá a los dos:

–López del Hierro: Yo re recojo en un coche camuflado del PP cuando tú digas, vamos a Génova, entramos en el garaje y de ahí a un ascensor al despacho de María Dolores. Y sales por el garaje, el coche te lleva donde tu digas, y punto.

-Villarejo: De acuerdo.

Ése día se suceden las llamadas hasta que finalmente la cita se cierra a las seis menos cuarto de ese martes, 21 de julio de 2009.

–ILH: Seis menos cuatro en la puerta de Torre Europa (que es donde tiene su despacho profesional privado el comisario Villarejo).

–V: Vale.

–ILH: Te veo llegar, te subes y nos vamos.

A la hora prevista, Villarejo se sube a un coche del Partido Popular en el que le está esperando Ignacio López del Hierro. En la radio el conductor lleva sintonizada Onda Cero y hablan Luis Rendueles y Manuel Marlasca sobre sucesos. Ajenos a la radio, Villarejo y Del Hierro mantienen una conversación sobre un incidente reciente entre Villarejo y varios policías con Luis Bárcenas en el restaurante Rianxo. El coche, con el tráfico fluido de las tardes de verano en Madrid, llega en pocos minutos a la sede del PP, en el número 13 de la calle Génova. La entrada al garaje está en la calle Zurbano, en una de las fachadas de la enorme sede ‘popular’.

Cuando llega el coche, Ignacio López del Hierro se sobresalta al ver un coche extraño:

–ILH: ¿Quién es el del volvo este?

–Conductor: No lo sé, porque no es conocido. Debe ser de la casa, pero vamos.

–ILH: Dependiendo de quien sea, esperamos a que suba.

El coche toma la dirección de una planta inferior y el vehículo de Del Hiero y Villarejo llega a la puerta del ascensor, donde una secretaria de confianza de Cospedal, Mariví, les está esperando.

Sin embargo, al llegar a la séptima planta, donde está el despacho de Cospedal, se les indica que esperen apartados. Finalmente, acceden al despacho de la secretaria general del Partido popular, Dolores de Cospedal.

 

–Villarejo: Puntuales. Prusiano total.

–Cospedal: Ya está, perdón.

–Villarejo: ¿Qué tal, cómo estás?

–C: Encantada. Muchas gracias, ¿un café o algo?

Villarejo tomará “un cafelito”, Cospedal y su esposo prefieren agua.

Del Hierro le cuenta a su mujer el incidente al acceder a su despacho y sus preocupaciones por la seguridad del encuentro. Cospedal da garantías sobre la misma:

–ILH: Nos han hecho un lío, porque nos mandaban a la sexta. Porque está en obras y nos podemos encontrar con Ana Mato.

–Cospedal: Que no, claro que no, yo no había dicho nada. Es que se supone que este señor se tenía que haber ido ya, estaba con Fernando Jaúregui y no terminaba de irse, no terminaba de irse, y he dicho, no Mariví. Que se esperen ahí.

–Villarejo: No pasa nada.

–C: No, si no hay nadie ahora, porque como estamos con el horario de verano y esta planta está en obras, pues aquí no hay nadie. Aquí estamos solo Mariano y yo, y ahora no está, o sea que no hay nadie.

La confidencialidad de encuentro es clave para las dos partes. De hecho, Ignacio López del Hierro y el policía usan un lenguaje críptico cuando hablan por teléfono, lleno de claves como “mi amiga”, “tu amigo”, “los de levante”, e incluso “tu tronca”.

En una de las conversaciones que registró Villarejo, en una cafetería, antes del encuentro con Cospedal, Del Hierro interroga a Villarejo:

–ILH: Tú le has comentado a Cotino (Juan Cotino, consejero de la Generalitat Valenciana y exdirector general de la Policía) que tú y yo hablamos.

–V: Mmm, no.

–ILH: Cotino se lo ha dicho a María Dolores.

–V: No, no, no. Yo lo que le he dicho es que, del entorno…

–ILH: Exacto, del entorno.

–V: Sí, sí, porque me dice, me gustaría que hablaras con María Dolores, y digo, yo estoy hablando con el entorno.

–ILH: Sí, eso es lo que pasa. Es lo que le ha dicho.

–V: ¡Claro! ¿Por qué? Porque no hace falta. De todas maneras, hombre, dile que somos amigos.

Del mismo modo, López del Hierro le cuenta a Villarejo que con su esposa se refiere al policía con un nombre clave, “un pseudónimo”:

–ILH: Con ella te pongo con el pseudónimo. Voy a ver a Pepe Pérez, vengo de Pepe Pérez.

–V: Ah, muy bien, muy bien.

–ILH: Siempre con el pseudónimo. Y dice, Pepe Pérez debe ser del que me habla a mi Cotino, jeje, que me habla a mi Cotino, dice.

–V: Claro, claro, efectivamente.

En varias fases del encuentro, que dura más de una hora y media, Cospedal y Villarejo se exigen mutuamente confidencialidad en el encuentro

–Villarejo: (…) Por favor, lo que sí es importante es que tengamos claro es que si esto que estamos hablando trasciende indirectamente..

–ILH: No hombre, no.

–V: Te hago el matiz.

–Cospedal: Haces muy bien en decirlo, pero sí, desde mi punto de vista es igual, no puede trascender.

Al final de la reunión, antes de despedirse, Villarejo, que estaba grabando la conversación, insiste en una de sus grandes preocupaciones:

–V: Insisto, la discreción es fundamental.

–C: No te preocupes. Nada, por eso ni te preocupes.

–V: La buena suerte, como dicen, en tu casa o en la mía, y tal, nosotros tenemos la excusa absoluta. Ignacio y yo nos conocemos desde hace casi 30 años, mil años. Además hemos hecho maldades y bondades juntos y a i se me han olvidado casi todas.

–C: Ya.

Tras un problema con un teléfono móvil, para el que aparece la secretaria de Cospedal, Mariví, la secretaria general del PP quiere tranquilizar a Villarejo:

–C: Mariví, es discreción absoluta, absoluta. Aparte que no saben ni tu nombre, pero bueno, es la discreción absoluta.

–V: Que te quiero decir que este sistema, cojonudo, el tal. O sea, todo lo que sea. ¿Por qué? Tú no te preocupes que si tú no entiendes y tal, yo tendría una excusa para salir adelante y porque además, en el último extremo, yo digo como he dicho siempre, como no me dejen preñado, yo ya… Otra maldad ya no puede haber. Yo hace muchos años que tengo mis negocios, mis cosas, y con lo que tengo mueven vínculos con la casa, pero nada más ¿no? Pero, hombre, mis contactos, mis buenas relaciones y tal.

–C: Que sí, que sí.

–V: Se nos vendrían todas para abajo. Entonces…

–C: Que no, que no. Que yo soy la primera que a mí también se me vendría abajo, sería absurdo.

–V: Además, habrás visto que cada vez que yo le he dicho algo a Ignacio lamentablemente se ha cumplido.. (…).

La reunión acaba y Cospedal da órdenes para una salida discreta de su visitante.

–C: Que nos llamen al ascensor. Vamos directamente al garaje. ¿Lo tenemos ahí? ¡Venga, vamos!

Villarejo sale rápida y subrepticiamente de la sede de la calle Génova. Vuelve a subirse al coche camuflado del PP. Le pide al conductor que le lleve hacia el centro comercial ABC de la calle Serrano. El trayecto es muy corto, porque al llegar a la Glorieta de Rubén Darío, pide al conductor que le deje allí.

–V: Muchas gracias, buenas tardes.

En la radio seguía sonando el programa de Julia Otero, en Onda Cero.