El Confidencial dispara sus beneficios mientras no cesan los rumores de venta inminente

El Confidencial fue noticia por partida triple la pasada semana. Por un lado el periódico digital más influyente de nuestro país mostró sus números y demostró que goza de una gran salud: el grupo en el que se encuentra su empresa editora ganó 2,7 millones de euros en 2016. La cifra supone una mejora del 35% respecto al ejercicio anterior gracias a haber facturado más de 14 millones de euros. 

Pero ésta no fue la única noticia del portal, que ha visto con satisfacción como un juzgado de lo mercantil ha aceptado una demanda contra Juan Luis Cebrián por «abuso de derecho y ejercicio antisocial» por el cual le reclaman al directivo ocho millones de euros. Pero no todo han sido noticias positivas en el grupo ya que uno de los puntales de la redacción, Daniel Toledo (hasta ahora su jefe de Economía y Empresas), se marcha a dirigir La Información que acaba de ser adquirida por el grupo editor de Heraldo de Aragón. 

El Confidencial acaba de mostrar sus ejemplares números en 2016

Los otros líos de El Confidencial

Prácticamente toda la profesión se puso del lado de El Confidencial cuando El País les demandó por supuesta competencia desleal tras publicar «Los Papeles de Panamá». Pero Confidencial, quizás el modelo de negocio periodístico digital más ejemplar de nuestro país, sorprendió a algunos cuando envió un burofax a sus «colegas» de El Confidencial Digital para exigirle que renunciasen a la coletilla «confidencial» en su título. Este extraño movimiento, de dudoso fundamento jurídico, parece que encierra un objetivo oculto: José Antonio «Totoyo» Sánchez está deseando vender el periódico que Jesús Cacho llevó a la fama. 

Porque a nadie se le escapa que El Confidencial y El Confidencial Digital se fundaron al mismo tiempo, año 2001, y que el portal de José Apezarena registró su nombre en la Oficina Española de Patentes y Marcas cinco años que su posible demandante. La razón que da el periódico de Sánchez para justificar su amenaza vía burofax está cogida con pinzas: sus compañeros se habrían aprovechado de la similitud con su nombre para captar campañas publicitarias por un error de las agencias de medios, circunstancia que evidenciaría una torpeza de sobresaliente por parte de las citadas agencias ya que los contratos se firman con el nombre jurídico de la prensa, que no con el público. 

El Confidencial ha provocado un terremoto en la red al enviar un burofax a sus compañeros de ECD

Parece ser que el precio de salida por El Confidencial son sesenta millones de euros, lejos de los treinta y cinco millones que habría ofertado su mejor postor. Jesús Cacho, que se largó dando un portazo para fundar Voz Pópuli, no tiene demasiada buena imagen de Sánchez: «Es una evidencia que El Confidencial, bajo mi dirección (…) se ha convertido en un éxito periodístico incuestionable (…) No se puede decir lo mismo, sin embargo, de la sociedad editora, Titania, que sigue siendo un pigmeo desde el punto de vista empresarial, con una facturación que apenas supera los 4 millones de euros. Éxito periodístico y miseria empresarial conviven, pues, en El Confidencial, componiendo una muy llamativa diacronía (…) El responsable de la fechoría de que he sido objeto es Sánchez, un sujeto a quien yo salvé literalmente la vida en varias ocasiones a lo largo de más de 20 años. Sánchez y sus celos. En efecto, desde que el éxito periodístico del diario se hiciera evidente, mi presencia se había convertido en insoportable para la levedad del personaje: “¡Estoy hasta los cojones [siempre el mismo argumento] de oír hablar de El Confidencial de Cacho, como si yo no pintara nada en este proyecto…!».

Y añadía: «El bufón de Villalonga ha terminado convertido en un payaso. (…) Tú, Sánchez, eres mucho más joven. En realidad eres casi un niño que, aunque ya estás en la cincuentena, siempre serás el Totoyo, el chico que traía los cafés en Diario 16, un charlatán simpático que ni siquiera hizo Periodismo, necesitado siempre de una mano amiga para transitar la vida que te morirás siendo un ignorante. A todos los que te han ayudado, unos cuantos, has dejado en la estacada; a todos has traicionado, que en modo alguno se puede decir de ti aquello de que “de bien nacidos es ser agradecidos”».

Jesús Cacho puso de chupa de dómine a Sánchez y McCoy, máximos responsables del proyecto El Confidencial

El hoy editor de Voz Pópuli tampoco se llevó muy buena impresión de McCoy, hoy director general de Titania (editora de El Confidencial, Vanitatis y Cotizalia): «Artero, a quien le cumple a la perfección la definición que el diccionario de María Moliner otorga al término (“Hábil o astuto. Taimado. Se aplica al que causa daño a otros con engaño o hipocresía”), se reveló como un intrigante que pronto descubrió la potencialidad a futuro de un medio de comunicación como el Confi (…) Sus columnas diarias son el resultado de un rastreo de horas por la prensa económica internacional a través de internet y en un posterior “corta y pega” de los textos/ideas seleccionadas, procedimiento del que suele salir un refrito en general farragoso, porque los dioses tampoco le han llamado por la senda de la prosa fina. No es periodista, pero tampoco gestor. Y bien, ¿cómo justificar entonces la pasta que gana en el Confi? Mi argumento fue siempre el mismo: con ese dinero era posible fichar a 3/4 periodistas de prestigio, capaces de aliviar la presión sobre la plantilla y mejorar la calidad del producto. La respuesta del inefable presidente y consejero delegado de Titania fue siempre la misma: «este tío no se va de aquí por mis cojones»».

Pese a las polémicas, El Confidencial camina viento en popa ofreciendo un modelo de negocio envidiable al coleccionar beneficios en los últimos años. Ni siquiera la declaración ante un juzgado del inspector Rubén López, que señaló que el controvertido Comisario Villarejo controlaba el periódico a través de la empresa Hábitat, o las acusaciones de Eduardo Inda, que insinuó que el periódico había hecho un lavado de imagen al empresario Javier López Madrid, ex visitante de Zarzuela, han conseguido que El Confidencial pierda un ápice de su credibilidad y su rigor.