El cava mira con recelo a las urnas tras el varapalo de la hostelería

Vermú de Reus, aceite de l’Empordá, arroz del Delta del Ebro, pera de Lleida, mantequilla y queso de l’Alt Urgell y la Cerdanya… productos de origen Cataluña con prestigio no sólo nacional, también internacional. Pero, sobre todo ellos, hay uno que sobresale: el cava. Para lo bueno y para lo malo. Porque el espumoso ha sido quien más ha sufrido el boicot surgido a raíz de diferentes convocatorias en las urnas. Un producto claramente perjudicado por las decisiones políticas.

Unas elecciones, las del día 14, que vuelven a poner en solfa a dos bandos: independentistas y constitucionalistas. Y el resultado puede condicionar, una vez más, las ventas de cava. Sobre todo, en estos momentos en los que la pandemia ha frenado las ventas de productos en el canal Horeca (hostelería, restauración y cafeterías).

Basta con echar un vistazo a los datos de 2019 para ver cómo las ventas en hostelería cayeron. En concreto, en volumen, un 5,6%; y, en valor, un 7,3%. Porcentajes que, después de la pandemia, y del cierre total durante el estado de alarma, más otros parciales, y con restricciones, después, desinflará las ventas en este segmento todavía más en 2020. En volumen, la hostelería representa el 20% de las ventas de caca; y, en valor, el 24%.

CONFLICTO PERMANENTE

Las elecciones pueden suponer, dependiendo del resultado, un paso atrás a un producto que ha vivido años complejos, como así los definieron en la DO Cava, debido a anteriores crisis económicas y “a las turbulencias políticas ajenas al sector”. Así lo definía Javier Pagés, presidente del Consejo Regulador de la DOP Cava, en la memoria de 2018.

Algo que no era nuevo, porque, en la de 2017, su antecesor en el cargo, Pedro Bonet, decía lo siguiente: “Podemos afirmar que éste ha resultado un ejercicio positivo, a pesar de la ruidosa campaña mediática en torno al cava, motivada por las turbulencias políticas del último trimestre que, sin duda, han moderado lo que hubiera sido un resultado brillante”. Ese año, el crecimiento total del cava fue de “tan solo” del 3%.

TODOS CONTRA EL CAVA

En esta particular lucha entre independentistas y no independentistas, el cava se puede decir aquello de que siempre ha estado en el medio. Uno de los momentos más críticos para sus intereses fue a raíz de la convocatoria del referéndum del 1 de octubre de 2017. Como ya ha quedado reseñado, tuvo consecuencias negativas para el cava.

En esta situación, y en otras similares, la palabra boicot sobrevoló sobre el vino espumoso, con las negativas consecuencias pertinentes. Un vocablo que se puso de moda más de una década antes, en 2005, cuando el entonces líder de ERC, Josep Lluís Carod-Rovira, animó a los catalanes a decantarse por otras candidaturas diferentes a las de Madrid respecto a los Juegos Olímpicos. A consecuencia de aquello, y a modo de ejemplo, los dos grandes del sector sintieron cómo se desinflaban sus ventas: Codorniu, un 4,37%; y Freixenet, un 4%.

Ambas compañías no sólo han sufrido en su dilatada historia el boicot desde fuera de Cataluña. También han tenido que hacer frente al boicot de los separatistas. Después del referéndum del 1-O, Codorníu trasladó su sede a La Rioja. Freixenet, no se movió. Pero sus propietarios siempre han sido críticos con la deriva soberanista.

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Organizaciones como Sindicalistes per la República pidieron a los catalanes que no consumieran sus productos “por ser marcas especuladoras”. Según ellos, Codorníu estaba “en manos de un fondo de inversiones americano”, y Freixenet, “una multinacional de Alemania”. Marcas que no debían consumir, y sí las de los “buenos catalanes”. Es decir, aquellas que apoyaban su movimiento.

El cava, durante 2019, consiguió la mejor cifra histórica en lo que se refiere a producción: más de 249 millones de botellas, un 2% más que en 2019. De esa cantidad, 165 millones de botellas se vendieron en mercados internacionales. Respecto a las ventas en España, y según Nielsen, el consumo en valor decayó un 0,5%, y en volumen, un -1,3%. 2020, como para otros productores, verá caer las cifras. Lo que también viene siendo una constante durante la última década es el cierre de empresas elaboradoras de cava (en 2019, un 4,5% menos).