El BCE tiene la razón al endurecer su política contra préstamos incobrables

Ferdinando Giugliano para Bloomberg View

Una lucha de poder ha puesto a las instituciones más importantes de Europas unas contra otras. El BCE, el Parlamento y el Consejo de la Unión Europea han discutido cómo los bancos deben tratar los préstamos incobrables.

El BCE ha adoptado la postura más dura, pero también la más adecuada para el problema. Si los políticos quieren limitar el riesgo de una nueva crisis bancaria, deberían dejar que los supervisores se salgan con la suya.

El brazo de supervisión del BCE ha lanzado una consulta pública sobre su nueva guía respecto a préstamos morosos. Los supervisores buscan el poder para exigir que, desde la introducción de las reglas, los prestamistas dejen de lado el 100% del valor de los préstamos que se volverán incobrables a futuro.

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Eso suena como mucho, pero los bancos tendrían siete años para aprovisionarse para préstamos garantizados y dos años para deudas no aseguradas. La nueva orientación no se aplicaría al stock actual, que se sigue manejando de acuerdo con el marco existente.

Los bancos de la zona euro han lidiado con préstamos incobrables desde la crisis financiera mundial y la consiguiente crisis de deuda soberana. Los préstamos hipotecarios han caído a 830.000 millones de euros desde un máximo de 1,06 billones de euros, pero siguen siendo una fuerza desestabilizadora: los inversores no están seguros de la calidad de los libros de préstamos europeos, lo que ayuda a explicar por qué sus valoraciones son más bajas que sus competidores americanos.

El banco central quiere garantizar que las entidades financieras estén en buen pie al llegar la próxima crisis. Puede que ahora no parezca algo urgente, pero el momento no podría ser mejor: la economía de la zona euro se ha recuperado y los bancos están en posición sólida para comenzar a prepararse para una futura recesión.

La Comisión Europea ha lanzado recientemente una consulta sobre algunas de las áreas que el BCE ha abordado en su nueva orientación

Es cierto que a algunas empresas se les puede negar crédito como resultado del nuevo enfoque, pero no hay nada malo en que un supervisor exija mejores estándares de suscripción, especialmente cuando la economía está en recesión. Un sistema de préstamo es una condición previa para garantizar que los Estados miembros estén dispuestos a avanzar hacia una mayor distribución de los riesgos bancarios, por ejemplo, creando un plan de seguro de depósitos.

El Parlamento Europeo y el Consejo de la UE critican el planteamiento, aparentemente por razones legales. Creen que el BCE ha sobrepasado su mandato, escribiendo reglas en lugar de simplemente aplicarlas. Los funcionarios italianos están especialmente preocupados, dado el alto índice de morosidad y la sensibilidad política del problema. Mientras tanto, la Comisión Europea ha lanzado recientemente una consulta sobre algunas de las áreas que el BCE ha abordado en su nueva orientación.

El BCE ha reconocido la necesidad de abordar las objeciones, pero es correcto no retroceder. Si bien a menudo se muestran preocupados por los tecnicismos, en el fondo las objeciones son políticas e institucionales. No aprecian el espíritu de la orientación del BCE o la importancia del tiempo.

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Los supervisores sólo utilizarán las nuevas directrices como un respaldo normativo, para forzar la mano de los prestamistas que son reacios a tomar medidas respecto a los nuevos NPL. Los bancos que decidan no cumplir con las reglas deberán explicar por qué eligieron lo contrario. Sólo si estas explicaciones son insuficientes los supervisores tomarán medidas.

Las reglas del BCE garantizarían que los supervisores sean justos y transparentes sobre lo que esperan de los bancos. El BCE podría ser acusado de ser arbitrario si no fuera abierto acerca de sus estándares prudenciales. Esto es particularmente importante en la zona euro, donde los ciudadanos deben saber que los supervisores no favorecen a los prestamistas de un país sobre otro.

La Comisión Europea debería seguir adelante con su consulta, por supuesto, que otorgará a la acción del BCE todo el poder de una ley. Cualquier diferencia entre los dos planes se puede abordar a lo largo del tiempo. Sin embargo, los supervisores deben ser capaces de implementar su nueva guía rápidamente: puede tomar meses llegar a un acuerdo llegar a un trato sobre un nuevo conjunto de reglas. El riesgo es que la economía se desacelere antes de que esto suceda, lo que obliga al BCE a ajustar la regulación cuando los bancos son más débiles.

La zona euro ha logrado un progreso significativo en el manejo de sus préstamos incobrables, pero todavía llevará tiempo resolver este problema completamente. El BCE tiene razón al buscar formas de evitar que este problema se repita. Los políticos deben apoyar sus esfuerzos, no oponerse.