Qué contiene el informe secreto que han obligado a desvelar del Banco Popular

La caída y venta del Banco Popular ha vuelto a dar un nuevo giro en la que ya es la intriga del año. Las autoridades europeas tendrán que publicar la mayor parte del informe que se mantenía en secreto sobre las valoraciones que hizo Deloitte del banco presidido por Emilio Saracho que le otorgaban un valor de 1.500 millones de euros.

La clave en cualquier historia de conspiraciones –como la que planea en la liquidación del Banco Popular- son las preguntas no contestadas. La información oculta. En este caso, el número de respuestas ante la numerosa cantidad de preguntas llega con cuenta gotas, pero llega. La última que se podrá contestar, es cómo se llevó a cabo las valoraciones de la entidad que presidía Saracho que obligaron a su venta. Las valoraciones negativas ¿estaban justificadas?

El encargado de tasar la situación del Banco Popular fue Deloitte, y lo hizo bajo tres escenarios diferentes. El primero, era una situación muy negativa del entorno que arrojaba una cifra negativa de 8.200 millones. Otro escenario, se utilizó como término medio con una valoración negativa cerca a los 2.000 millones. Por último, un tercero con un escenario optimista que valoraba el banco en 1.500 millones.

a que se debe tanta diferencia y cuanto de realismo tenían los escenarios. ¿Se pecó de demasiado pesimismo con las cuentas del Banco Popular?

En este punto aparece uno de los grandes enigmas de la historia, a qué se debe tanta diferencia y cuanto de realismo tenían los escenarios. ¿Se pecó de demasiado pesimismo con las cuentas del Banco Popular? La confabulación viene potenciada por el hecho de que el Frob ocultó el escenario positivo propuesto por Deloitte. Además, esa situación es a lo que se agarran los perjudicados del Banco Popular.

La importancia de conocer este último informe, así como más detalles de los otros dos ha sido una de las contiendas del proceso. Tras un gran número de peticiones, algunas incluso institucionales, el Panel de Apelaciones de la Junta Única de Resolución (JUR) ha estimado que ese informe deberá hacerse público, aunque no hay fecha. Pero ¿Qué puede contener ese escenario propuesto por Deloitte que se ha intentado ocultar?

Banco Popular

No es fácil acercarse a la partes esenciales del informe, pero si se puede hacer una aproximación fiable gracias a dos aspectos: su última radiografía, esto es el estado de sus últimas cuentas. Por otro lado, la posible evolución futura a través del mercado, que es la herramienta imperfecta más útil para ello.

Las partidas esenciales que se tienen en cuenta a la hora de calcular el valor de una entidad a la hora de liquidarse son: el valor de los activos y créditos fiscales, la deuda subordinada, las provisiones inmobiliarias y los recursos propias del banco.

Los activos tóxicos claves en la valoración

El elemento más débil de todas las expuestas en el Banco Popular son sin duda los activos tóxicos, que le obligaban a multimillonarias provisiones. Dichos activos se dividen a su vez en créditos morosos y activos inmobiliarios. Además, otra parte esencial en el banco eran los escasos fondos propios y una vía legal abierta por las demandas contra la firma por su ampliación de capital.

La historia del Banco Popular y la insuficiencia de provisiones da comienzo a principios de 2017. En enero, el gigante bancario UBS carga durísimamente contra la firma española al señalar que tenía un déficit de provisiones de más de 1.900 millones, que podrían generar un agujero de capital de 2.400 millones. “Nuestras anteriores previsiones de la capacidad del banco para absorber las necesidades de provisiones eran demasiado optimistas”, señalaron desde UBS.

Ana Patricia Botin Merca2.es
Presidenta del Banco Santander, Ana Patricia Botin.

Además, la llegada de Saracho implica que todas las facturas y el polvo se sacaran de debajo de las alfombras, en conclusión: 3.485,3 millones de euros de resultado negativo en 2016, debido a que se debían destinar casi 5.700 millones de euros en provisiones.

Pese a la enorme cantidad aprovisionada, la cifra no era suficiente para que la firma trasmitiera seguridad. A pocas semanas de su caída y venta, la imagen más fiel de sus cuentas las dio el Banco de España: el Banco Popular tenía en activos problemáticos 35.050 millones de euros, repartidos en 19.112 millones en créditos morosos, y 15.937 millones en ladrillo.

En cuanto a coberturas, las cifras eran desiguales. La cobertura para créditos morosos tenía el mejor ratio del mercado, un 54%. Mientras, que para activos inmobiliarios era la más baja con un 39,4%. Además, arrastraba un capital de máxima calidad, denominado CET 1 Fully, muy pequeño.

El escenario optimista, quizás era demasiado optimista

Es muy probable que los escenarios impuestos, jugasen con estas cifras del Banco Popular. En el peor escenario un aumento de la morosidad unido a una depreciación del valor de los activos inmobiliarios. En el medio, quizá solo se contemplaría un aumento de la morosidad, que estaría bien cubierto por la cobertura y el desfase negativo se deba al bajo capital de máxima seguridad. Por último, quizás implicaba una mejora más generalizada del valor de sus activos inmobiliarios.

En el último caso, que consecuencias tendría esa mejora en los activos tóxicos y lo más importante ¿sería realista? En primer lugar, esa mejora permitiría que las provisiones se mantuvieran o incluso bajarán algún punto básico. La lógica es aplastante: a mayor valor de los activos, o menos porcentaje de tóxicos, menores provisiones, mayores beneficios y mayores fondos propios y con ello más capital de máxima calidad. Rebajar las provisiones en 1.500 millones de Deloitte, supondrían –si solo utilizamos los activos inmobiliarios- reducirlos en 3.000 millones. Una cifra muy alta, en 2016 solo fue capaz de reducirlos en unos 700 millones.

En cuanto a que si es un escenario realista, no queda del todo claro. Una cuenta sencilla delata el optimismo del último escenario: el Banco Santander ha vendido la mitad de sus activos totales, de los más de 30.000 euros, por 5.000 millones. Eso deja un agujero de más de 10.000 millones, si medimos esa mitad por el valor en libros. Si lo extrapolamos al 100%, las perdidas serían de aproximadamente de 20.000 millones, frente a los 17.000 que tenía presupuestados en provisiones.

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Esos 3.000 millones en negativo podrían compensarse con los casi 5.000 millones en activos fiscales. Con ello, se obtiene un neto de 2.000 millones, al que por último se le debe aplicar: la falta de capital de máxima calidad exigida, que además es vital debido a la fuerte salida de capitales del banco. Además, del impacto de las demandas que tiene el banco por su ampliación de capital. En definitiva, de difícil manera se podrían alcanzar los 1.500 millones.

En definitiva, la estructura de cuentas que tenía el Banco Popular antes de caer no termina de concordar con ese escenario positivo que reflejaba Deloitte de un valor positivo. Tampoco el valor futuro esperado que podría prever para la firma el mercado, puesto que su caída en bolsa era imparable y su acción cotizaba ya muy por debajo de los 50 céntimos.

En las próximas semanas se cerrarán un par de preguntas, pero el grueso de ellas queda en el aire. Como por ejemplo: ¿Cómo se forjó la operación? ¿Si se desentendió el Gobierno por miedo a una represión pública y electoral ante un nuevo rescate?¿Que movió al MUS a liquidar al Banco Popular con un bail-in mientras ha aceptado otros procedimientos en Italia o Portugal? ¿El papel de las entidades públicas en la retirada de capitales y si actuaron con información privilegiada? La trama continua.

Pedro Ruiz
Pedro Ruiz
Colaborador de MERCA2