Con marejada económica, Antonio Garamendi llevará el timón de la CEOE

Día D: 21 de noviembre de 2018. La Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE), que integra a dos millones de empresarios y autónomos, elegirá ese día al que será su próximo presidente en sustitución de Juan Rosell. El actual vicepresidente, Antonio Garamendi, a la par que presidente de Cepyme (Confederación Española de la Pequeña y Mediana Empresa), se perfila como el único candidato.

Antonio Garamedi (Guetxo, 1958), al que muchos ven como el sucesor natural de Juan Rosell, es un gran sabedor de la idiosincrasia empresarial y de los problemas que le afectan. Licenciado en Derecho por la Universidad de Deusto, conoce todos los palillos del universo empresarial desde muy joven: primero, en los negocios familiares; después, poniéndose la etiqueta de emprendedor desarrollando personalmente proyectos; y, por último, estando presente en los consejos de administración y consejos asesores de grandes empresas.

Garamendi siempre ha querido mejorar la imagen del empresario español, muy diferente a la que se tiene en otros países

En su momento se llegó a definir como “empresario de las organizaciones”, instituciones a las que no sólo da un gran valor, sino que también funda. Así lo hizo con la Asociación de Jóvenes Empresarios del País Vasco (Ajebask), o con la Confederación Española de Jóvenes Empresarios.

LAS PRIORIDADES DE GARAMEDI EN LA CEOE

No es la primera vez que Antonio Garamedi intenta coger las riendas de la patronal. Hace cuatro años ya se postuló y se quedó a sólo 33 votos de conseguirlo. Por aquel entonces, diferentes propuestas avalaban un programa en el que quedaba claro que las organizaciones empresariales habían sufrido un grave retroceso tanto en su consideración social como pública.

Garamendi siempre ha querido mejorar la imagen del empresario español, muy diferente a la que se tiene en otros países, sobre todo en la esfera anglosajona. Y a ello se ha dedicado. Lo mismo ha intentado con la CEOE. “No somos un grupo, ni un lobby, ni una sociedad elitista”, decía en su programa.

¿Cuáles son sus principios? Trabajar en la defensa de la libertad de empresa, de enseñanza y de la unidad del mercado. “Las organizaciones empresariales deben ser independientes y, en ningún caso, manifestar silencios cómplices con ningún gobierno”, afirmaba.

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Por tanto, para Antonio Garamendi la independencia es uno de los ejes sobre los que se debe asentar la CEOE. Los otros dos son la credibilidad y la coherencia. Sin ellos, la patronal acabaría siendo un castillo de naipes que acabaría derrumbándose. ¿Qué otros rasgos deben formar parte de su columna vertebral? El hecho de ser convincente en sus propuestas y argumentar de manera fehaciente sus opiniones. Por tanto, autoridad e influencia.

Luchador infatigable en la defensa de los intereses de los empresarios, siempre ha tenido claro que la misma ha de hacerse bajo la brújula de la lealtad con las instituciones, con el país y con el Gobierno. Por eso, en sus declaraciones, ha dejado patente que la empresa lo que necesita es estabilidad: “Y lo que da la estabilidad es la ley. Es la base de la democracia”.

¿Cataluña? “Nadie debe saltarse la ley ni el ordenamiento jurídico”, afirmó respecto a la situación que allí se vive y que ha provocado el cambio social de cerca de 5.000 enseñas. Eso sí, sin cerrar las puertas al diálogo, pero dentro del orden establecido.

Europeista convencido, para Antonio Garamendi lo relevante en una economía global es que los países cedan parte de su soberanía para hacer una Europa importante. Respecto al mercado de trabajo, ha defendido una reducción en el número de contratos, pero sin minimizarlos hasta solo uno o dos modelos.

También ha sido partidario, en el plano fiscal, de más bases imponibles y menos tipos por la sencilla razón de que, así, se recauda más. Todo ello conformaría una pescadilla enroscada en la que una menor presión fiscal aumentará la competitividad empresarial lo que, a su vez, se traduciría en más inversiones y, por tanto, más empleo. Así piensa Antonio Garamendi.