Ahora Manuela (Carmena) o la guerra de los bandos en Madrid

Quién repetirá en las listas, quién ya se sabe fuera y quién acompaña en el órdago contra Podemos, son los factores tras la crisis en el Ayuntamiento de Madrid, que le ha estallado violentamente a la alcaldesa, Manuela Carmena. Y también los 11 millones de deuda, no municipal, sino de Izquierda Unida Federal, que el partido no tiene forma de pagar. Carlos Sánchez-Mato ha sido cesado y sale de las responsabilidades municipales. Lo apoyan otros cinco concejales, cada cual por motivos diferentes, todos aliados en la pelea contra Manuel Carmena y Podemos. El caso es que surrealistamente, el nuevo Plan Económico y Fiscal (PEF) que hizo un comunista como Sánchez-Mato, lo ha acabado aprobando Carmena gracias al auxilio del PP.

Más que una guerra de familia lo que vive el grupo Ahora Madrid es una guerra de familias. Ya no causa extrañeza que los concejales del grupo de Gobierno voten contra sí mismos, esta anomalía que no es sino consecuencia de una enconada división política. El origen podría ser la misma generación de Ahora Madrid, con seis partidos en las listas, pero ha sido el día a día municipal el que ha colocado a cada cual en una familia diferente, con objetivos políticos diferentes. Sánchez-Mato ha consumado su desafío contra Carmena que es reflejo de la discusión que mantiene Alberto Garzón con Podemos a cuenta de la monstruosa deuda de izquierda Unida.

La situación en izquierda Unida es tan calamitosa que los trabajadores no han cobrado la paga extra de diciembre y se les ha pedido una aportación al partido para ayudar con la deuda. Los cargos políticos directamente han tenido que aportar su paga a enjugar plazos de la deuda. “Pero ni con eso les da”, explica una fuente conocedora de la situación, que aclara que “los males vienen de que Garzón no lograra grupo parlamentario tras las elecciones del 20-D de 2015”. Como consecuencia del fracaso electoral (2 diputados) y no lograr maniobrar en el Congreso para tenerlo, los réditos económicos que paga el Estado por estos hitos se quedaran más que mermados. Ahora, tras la alianza llamada Unidos Podemos, Garzón está en el regateo con Iglesias sobre cuánto pagan a IU. Iglesias no quiere comerse la colosal deuda.

En medio de todo esto se desarrolla el movimiento que los concejales marginados han llamado con mucha sorna el “Ahora Manuela”. Los nervios ante la malísima situación interna han acelerado que Carmena se moviera para repetir como candidata –aunque se hiciera de rogar un poco, “está encantada como alcaldesa”, dice a Merca2 un concejal– y limpiar su nueva lista de díscolos y dolores de muelas. En este contexto, Jesús Montero, secretario general de Podemos en Madrid hasta la semana pasada, estaba por la purga.

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¿Y quiénes saltan? Los que, en reacción, al sentirse marginados, más hacen visible su rechazo a la gestión de Carmena. Zapata y Meyer, que fueron directamente repudiados por la alcaldesa. Zapata solo unos días después de lograr el acta de concejal. Celia Meyer humillada públicamente en varias ocasiones por su desventurada gestión cultural. Junto a ellos, los autodenominados Anticapitalistas, Monstserrat Galcerán (la concejala anticapitalista multimillonaria), Rommy Arce (repudiada hasta por sus socios del PSOE) y Pablo Carmona, procedentes del movimiento Ganemos Madrid, casi todos agrupados en una nueva formación (otra) que se llama Madrid 129; ayer se les unió el concejal de seguridad, Javier Barbero. Junto a ellos, preocupados por su futuro, Mauricio Valiente y Yolanda Rodríguez, junto a Carlos Sánchez-Mato, el Caballo de Troya de IU en las listas de Ahora Madrid.

Los grupos vinculados a Ganemos Madrid se sienten ya fuera del proyecto. La elección del general de Ejército en la reserva Julio Rodríguez como nuevo secretario general, directamente recomendado del dedo de Pablo Iglesias, no hace presagiar nada bueno a las facciones díscolas. Estos acusan directamente a Montero y Carmena de hacer “un baile de despachos” propio de “la vieja política” para decidir las listas dejando al margen a los díscolos, orillando la presunta “voluntad de las bases”. O sea, que no se quieren quedar fuera.

Y luego están los problemas personales, numerosos: Montero tiene algo más que pésima relación con Mauricio Valiente, tercer teniente de alcalde, por ejemplo. Arce y Zapata no son los concejales más simpáticos de la historia de Madrid, precisamente. Enemistades que se hacen lacerantes en los grupos de Whatsapp y sobre todo de Telegram por donde se cuece la salsa política de Ahora Madrid. Carlos Sánchez-Mato sobrepasó los límites de la insubordinación cuando, en plena negociación con Montoro, la alcaldesa fue forzada a rectificar lo que había mantenido frente al ministro de Hacienda, con un whatsapp en el que decía. “Carmena recula”.

Carmena se comprometió a respetar la “regla de gasto” en una reunión con Montoro. El alboroto en su gallinero hizo que, efectivamente, tuviera que rectificar. La pelea por esos 546 millones de gasto mal imputados por el Ayuntamiento de Madrid ha desembocado en una lucha sin cuartel que ha llevado al cese del concejal de Hacienda, en rebeldía al negarse a votar el plan que él mismo había elaborado.

No es la primera rebelión de Sánchez-Mato, imputado junto a Celia Mayer por la querella del Mutua Open, un órdago que le echó en la cara a la propia Carmena, con feas filtraciones a un medio amigo además: el diario en el que era consejero el letrado contratado para la querella. Una contratación que ha originado la investigación judicial (lo que antes era imputación).

Problemas con la ejecución presupuestaria

Los problemas de ejecución presupuestaria del departamento de Sánchez-Mato comenzaron casi con la llegada de la marca blanca de Podemos al Ayuntamiento de la capital. En 2016 el consistorio dejó sin ejecutar el 40% de las inversiones presupuestadas, unos 220 millones que no se gastaron. Los problemas fueron tales, que Sánchez-Mato ordenó la compra in extremis (cinco días antes de que se cerraran las cuentas) de un inmueble en la calle Alcalá, 45 por valor de 104 millones de euros. La oposición denunció que se hizo además sin tasación oficial, por el mero valor de portales como Idealista, por la urgencia con que se compró, cerrada el 28 de diciembre, día de los Inocentes. Era un edificio que ya ocupaba el Ayuntamiento en régimen de alquiler, que fue vendido en 2004, en el mandato Ruíz-Gallardón, a Merlin Properties por 100 millones.

Este gasto es uno de los que incumplen la regla prevista por el Ministerio de Hacienda para controlar los presupuestos de los ayuntamientos, tras los años de grave descontrol en los municipios. Este mismo año intentó hacer lo mismo con un edificio en la calle Buen Suceso, a pesar de que el Ayuntamiento tiene unos 30 inmuebles vacíos.

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Se trata de un incumplimiento de la “regla de gasto”, que dice que el presupuesto que no se gaste en la partida prevista no puede ir destinado a otra, sino a amortizar deuda. Las bajísimas ejecuciones de presupuesto han obligado a Sánchez-Mato a pagar deuda, pese a que en su ideario y su programa figuraba no asumir el pago de buena parte de la deuda, que consideraban “ilegítima”. Paradójicamente, la faceta de su gestión por la que más saca pecho el ya exconcejal de Hacienda es el pago de deuda. Las amortizaciones, algunas discutibles como una operación efectuada con Sabadell (una deuda asumida de la sociedad Calle-30, de las que el ala radical de Ahora Madrid considera “ilegítimas”), se hicieron porque Ahora Madrid fue incapaz de ejecutar los presupuestos y acometer las obras comprometidas.

La concejalía de Hacienda queda ahora en manos de Jorge García Castaño, un exIU que se fue en su momento a Podemos. Responsable de Centro, es un político de buen talante que completó su formación con un puesto de gestión en el Ayuntamiento de Toledo, como asesor del equipo de Gobierno. Además, es de los concejales más fieles a Carmena, todo un alivio para la alcaldesa, que en casi cada Pleno parece que tiene más enemigos en casa que en la oposición.