Pablo Iglesias vs García Ferreras, la guerra silenciosa que no cesa

El descrédito de las élites españolas por mantener sus privilegios y sacar la tijera mientras los rescatados bancos desahuciaban a sus rescatadores tras 2008, provocó un paréntesis democrático en el que jueces y periodistas se dedicaron a hacer lo que debieran, no lo que hacían antes y hacen ahora.

La indignación visible en el 15M fue encauzada hacia las instituciones por un ágil y cultísimo profesor  Pablo Iglesias, que gracias a su sapiencia mediática disparaba el share de las cada vez más numerosas tertulias.

Así nació Podemos en 2014, que en principio fue utilizado por el Gobierno del PP para alterar el ciclo electoral bipartito, divide y vencerás, para enfado del PSOE y parte del establishment, véase la abdicación de Juan Carlos de Borbón, la dimisión de Alfredo Pérez Rubalcaba o la obsesión de banqueros como Josep Oliu por lanzar «un Podemos de derechas» (Ciudadanos). 

Podemos se disparó en las encuestas y en La Moncloa dejaron de reír, activando entonces una doble jugada: una guerra sucia parapolicial que contó con amarillos altavoces mediáticos y una insólita presión mediática que conllevó que las televisiones dejasen de prestar sus platós a Iglesias, que advirtió entonces que se había cegado con los flashes del enemigo.

El sorpasso de los morados al PSOE no llegó, junio de 2016, y a continuación se produjo una guerra en Ferraz que evitó las terceras urnas estatales. Mientras tanto, la guerra sucia contra Podemos continuó a pesar de los reveses judiciales que sufrieron las acusaciones de financiación venezolana y asuntos similares.

Pero Podemos comenzó a caer en las encuestas e Iglesias comenzó a agriar su carácter mientras practicaba un hiperliderazgo centralista que evitaba cualquier debate interno, escupiendo entonces a mucho del talento que se había ilusionado con el 15M.

El procés sacó de la agenda a Podemos, destrozado por la casa de Galapagar. Aquel desplome se frenó al apoyar la moción de censura de 2018 cocinada por Pedro Sánchez y al apostar por endurecer el discurso en las generales de abril de 2019, siendo el mejor ejemplo de ello los dardos de Iglesias a García Ferreras, contra el que cargó duramente en un cara a cara que acabó suponiendo el principio del fin de las buenas relaciones entre el partido y la cadena que más aire le dio, La Sexta.

‘LA BASE’

La retirada de Iglesias tras pasar por el Gobierno dio lustre de Yolanda Díaz, que pasó del laborismo a un neocarmenismo que se puede advertir en su complacencia a la ‘geometría variable’ con la que aprobó de rebote la convalidación de su reforma laboral, o el cierre de filas hacia la postura de Pedro Sánchez respecto a la guerra de Ucrania.

Iglesias volvió a la primera plana con ‘La Base’, que empezó a calentar el espacio de Unidas Podemos con los citados temas para enfado de Díaz, que se acercó a Sánchez y a Errejón, y de Alberto Garzón, que advirtió de la «asfixia» a la que podían someter algunos al mejor activo de la izquierda transformadora.

Ahora Iglesias está que trina porque Podemos tuvo que recular sobre Ucrania y lo ha tenido que hacer en Andalucía, utilizando su exitoso podcast, ‘La Base’, para lanzar un mensaje revanchista de acertado perfil mediático contra García Ferreras, sobre el que ironiza casi a diario, y contra Antonio Maestre, quién lo ha visto…

DARDOS LITERARIOS

Iglesias se ha acordado del director de La Sexta en su último éxito literario, ‘Verdades a la cara’. El exvicepresidente acusa a García Ferreras de recomendarle a «mucha gente de izquierdas» que se aleje de él.

Y añade: «Algunos compañeros de Unidas Podemos o de otros partidos me dicen que quizá no sea inteligente por mi parte criticar a alguien tan poderoso como Ferreras, no puedo dejar de responderles que si el protegido de Ferreras y Florentino Pérez hubiera hecho a sus hijos lo que le ha hecho a los míos, quizá no serían capaces de mantener el buen rollo que mantienen con el jefe de La Sexta».

El presentador de ‘La Base’ dice de su enemigo televisivo que es «una figura especial, porque es uno de los periodistas más poderosos y más inteligentes. Siempre he tenido una relación cordial con él, pero ha sido la puerta de entrada de auténtica gentuza en el canal que dirige, se lo he dicho siempre a la cara. Nadie ha hecho con él nada ni medio parecido pero, curiosamente, los periodistas que le han criticado no pisan La Sexta. Porque la condición básica para poder estar en La Sexta es que a Ferreras no se le puede criticar».

Iglesias cree que «La Sexta es una televisión muy inteligente, porque es un canal para una audiencia de izquierdas con propietarios de derechas» y opina que Ferreras «ha logrado que su programa sea una referencia política ineludible, tejiendo alianzas que le han permitido eliminar a sus competidores. Que se lo pregunten a Jesús Cintora».

El politólogo ya se acordó de Ferreras en la campaña de Castilla y León, utilizando contra él una de las frases más famosas de la deliciosa ‘The Newsroom’: «Si eres el conductor de un coche y en el asiento de atrás hay un narco, no eres el que vende cocaína pero estás facilitando que la venda«.

Lo cierto es que Iglesias, con razón o sin ella, está agrietando el espacio que conformó. Y no porque no haga bien en emprender una guerra mediática, sino porque, de seguir así, acabará convirtiéndose en un ‘Santiago Carrillo 2.0’ que acabe esterilizando un espacio que ahora debiera liderar Yolanda Díaz… si es que la titular de Trabajo deja de apostar por el ambiguo neocarmenismo y no se deja cegar por los flashes prestados por el enemigo.