El plan de Ibercaja colapsa: pierde negocio en Madrid y Aragón

Ibercaja parece centrada en seguir ganando tiempo. Con ello, espera poder maximizar su valor de cara a una hipotética salida a Bolsa y/o mantener el poder intacto de la Fundación. De hecho, el equipo directivo de la entidad presentó un Plan Estratégico para trazar un camino en solitario en los próximos años. Pero la ambición (de poder) del presidente, José Luís Aguirre, parece cegarle de la verdadera realidad. Y es que lo único que no tiene el banco aragonés es precisamente tiempo. De hecho, mientras alarga sus planes en solitario pierde mercado por toda España, especialmente en su feudo, Aragón.

El pasado mes de abril, el propio Aguirre junto con el consejero delegado del grupo, Víctor Iglesias, presentaban un plan estratégico de cara a los próximos años. En la hoja de ruta, la antigua caja de ahorros se proponía tres ejes de actuación para centrar su operativa hasta 2023: crecer en banca personal y privada, aumentar su cuota en pymes y seguir creciendo con fuerza en gestión de activos (fondos de inversión o planes de pensiones) y seguros. La mejora en dichos apartados permitiría a Ibercaja alcanzar un ROTE (una medida de rentabilidad) del 7%.

En otras palabras, en el mejor de los escenarios la entidad aragonesa tiene previsto seguir perdiendo valor hasta 2023. Así, esa rentabilidad del 7% a la que aspira, que es parecida a la de la nueva Unicaja pese a que es más grande y puede beneficiarse de mayores sinergias en costes, se sitúa por debajo del llamado coste de capital, que los expertos sitúan entre el 9 y el 10%. La diferencia negativa entre una cifra, el ROTE, y la otra, el coste de obtener recursos, indica que cualquier inversor debería huir de esa inversión. Y eso, hay que repetirlo, en el mejor de los casos.

LAS FORTALEZAS INTERNAS DE IBERCAJA SE DESMORONAN

A pesar de esas limitaciones, nadie en Ibercaja piensa que el plan de seguir en solitario pueda tener lagunas. De hecho, durante aquella presentación se aludió en múltiples ocasiones a la independencia de la antigua caja. Aguirre mantuvo que la entidad cumple y cumplirá con todos los parámetros para seguir en solitario, apalancándose en sus “fortalezas históricas”. Una frase que podría haber firmado el que fuera presidente de Nokia en 2007, que por aquel entonces era Olli-Pekka Kallasvuo.

Los planes no están saliendo bajo nada lo previsto hasta la fecha; así lo parece

Pero, ¿qué son esas fortalezas históricas? Para Aguirre, según señaló, era su posición de liderazgo “en sus principales zonas de actuación”,  estar “bien capitalizada” y  con una “estructura de costes ajustadas”. Además, de “especializada en segmentos de negocio con recorrido en volúmenes y márgenes”. Un completo, vamos, que más allá de mostrar las fortalezas de Ibercaja, demuestra sus debilidades en un entorno excesivamente hostil.

Empecemos por el primer punto: liderazgo. Si bien es cierto que Ibercaja presenta una posición dominante en Aragón, y tiene fuerza en zonas colindantes, también lo es que está perdiendo influencia con el paso del tiempo. Sin ir más lejos, las últimas cifras semestrales presentadas por la entidad demuestran que su actividad en la región ha caído un 6,5% en los últimos 12 meses. Principalmente por la caída en la actividad de las Administraciones Públicas. Pero más perturbadora es la reducción en el apartado de financiación a hogares (ya sean créditos al consumo o hipotecas) que se ha reducido un 10,3%, al pasar de 5.976 a 5.359 millones.

IBERCAJA PIERDE CUOTA EN ARAGÓN Y MADRID

Esa caída brusca se ha traducido en una pérdida del negocio, que no resulta vital pero sí es un toque de atención. De hecho, las cifras del Banco de España constatan que la cuota de mercado en créditos de Ibercaja en Aragón ha caído del 33% al 31% en apenas 12 meses. Pero hay más. La antigua caja se ha propuesto también crecer en dos zonas de mucha influencia económica en el país: Madrid y el Arco Mediterráneo (Cataluña y la Comunidad Valencia). Una misión, que ya tiene varios años, pero que no solo no está funcionando, sino que más bien parece en retroceso.

Madrid se está convirtiendo en un territorio de guerra para antiguas cajas, bancos y neobancos. Ibercaja también quiere apostar por crecer en la capital, de hecho, ha lanzado una campaña de marketing denominada ‘Madrileños’. Quizás obligada por los malos resultados que ha obtenido hasta la fecha. Así, las cuentas semestrales de la firma aragonesa señalan que su actividad en la capital del país ha caído en un año un 12,8%. Si ponemos el contador en diciembre de 2019, el batacazo es del 35%. Por último, Madrid figura como la región en la que más oficinas ha cerrado en el último año con un total de 29, lo que supone un 16,7% del total.

El avance por el Arco Mediterráneo es todavía más frágil. Por un lado, porque sus cifras son más modestas. Así, entre la Comunidad Valenciana y Cataluña suma 5.300 millones, la mitad que en Madrid, a junio de 2021, prácticamente la misma cifra que un año antes. Por otro lado, porque ese eje está controlado con cierto margen por la nueva Caixabank con una cuota de mercado superior al 30% en ambas. Unas cifras a las que hay que añadir otras entidades como Banco Sabadell (también con fuerte representación en ambas) o BBVA (principalmente en Cataluña).

LA DECISIÓN MÁS DIFÍCIL: PODER O FUTURO 

El segundo punto es el de “bien capitalizadas” y con una “estructura ajustada de costes”. Ciertamente son dos puntos relevantes porque uno genera la solvencia y el otro ayuda en la rentabilidad, ambos imprescindibles. Aun así, el primero de ellos (que la entidad dice cumplir, aunque para ejecutar el último ERE tuvo que vender carteras de deuda pública) solo garantiza que el banco no quiebre, seguir con una rentabilidad pobre solo te hace más pequeño con el tiempo y te pone a tiro de a futuros compradores.

Las previsiones son bastante pesimistas dentro del sector

La parte de la estructura de costes es ciertamente curiosa. Ibercaja ha ejecutado cuatro expedientes de regulación de empleo, más planes de prejubilaciones, sin apenas reducir la plantilla. De hecho, el grupo a junio de 2021 mantenía a más de 5.300 empleados, mientras que a finales de 2017 sumaba unos 5.260. Lo anterior, pone de manifiesto que el grupo tiene poco margen de mejora de costes salvo ir sustituyendo trabajadores con más antigüedad por otros noveles, recién salidos de la universidad, con unos sueldos más bajos.

Por último, su ambición en negocios con recorrido y márgenes. Los puntales del plan estratégico como son pymes, gestión de activos y seguros son mercados maduros, con una competencia cada vez mayor y cuyos márgenes se han ido estrechando.

En definitiva, sea cual sea la fórmula elegida por Ibercaja para mantener su independencia (salida a Bolsa, un fondo de cobertura o pedir extensiones al Gobierno) solo retrasa la inevitable: o fusionarse o ser comprados. En la actualidad, por suerte, todavía pueden elegir, quizás en el futuro no, pero para ello los directivos deben de dejar de ver al banco como su instrumento de poder.

Pedro Ruiz
Pedro Ruiz
Colaborador de MERCA2