‘Pepe’ Bogas: un hombre tranquilo para liderar la revolución de Endesa

José Bogas es un gran desconocido por el gran público a pesar de que posee casi todo el poder ejecutivo en una de las mayores compañías energéticas de Europa. El directivo que ocupa el sillón de CEO de Endesa sólo rinde cuentas ante sus jefes transalpinos, a los que hace años convenció de que era mejor tenerle como encargado del negocio ibérico antes que a Borja Prado, un histórico de la caspa nacional que ejerció hábilmente la labor de conseguidor en la Corte Real y que, en sus ratos libres, trabajaba como presidente de la multinacional española. 

Desde hace unos meses, ya con el íntimo de Florentino Pérez expulsado del partido, Pepe –que es como le conocen todos en el sector– lidera la revolución de un grupo energético que está en pleno proceso de reconfiguración. Sus dos principales misiones son subir a la empresa al tren de la transformación digital y afrontar la descarbonización de la economía, un elemento que se configura como una nueva religión global. Y todo ello en un sector atenazado por la regulación y las habituales injerencias estatales. Aunque puede parecer (y lo es) una titánica tarea, la responsabilidad no le quita el sueño a Bogas. Él es un hombre tranquilo, de mente y espíritu, y afronta la última etapa de su carrera laboral sin cadáveres en el armario. 

Consciente de la importancia del conocimiento del pasado para crear el nuevo futuro, el primer ejecutivo de Endesa es amante de la novela histórica y del género del ensayo, con especial predilección por la política. Es de esas personas que siempre tienen varios libros sobre la mesa porque son capaces de concentrarse en mútiples frentes. A pesar de que tiene el riñón bien cubierto por su contrato blindado con los italianos, vive como un tipo normal, que pasa su tiempo libro con su familia –tiene esposa, hijas y nietos– y que tiene profundas convicciones religiosas. 

Su educación de la mano de los jesuitas comenzó en el colegio Nuestra Señora del Recuerdo, en Pinar de Chamartín, y continuó en ICAI, donde se hizo ingeniero y, de pura chiripa, aprendió los rudimentos de la informática que posteriormente impulsarían el comienzo de su carrera. Fue en esta escuela profesional donde conoció al que sería décadas más tarde uno de sus principales competidores, Ignacio Sánchez–Galán, que es cinco años mayor que el. Le admira por como ha llevado a Iberdrola donde está, a pesar de que sus personalidades son completamente distintas. Como el agua y aceite.

Madrileño y madridista, Bogas considera que su mayor éxito es su familia, poniendo en un segundo plano de su escala de valores su actividad profesional que, por otra parte, tantos réditos le ha aportado a lo largo de su vida. Sus primeros trabajos fueron colaborando en la señalización de la primigenia estación de Chamartín y posteriormente realizó encargos en una empresa que realizaba tareas informáticas para Endesa.

Un profesor del ICAI le recomendó a los jefes de la eléctrica y lo ficharon cuando tenía 27 años con un contrato de seis meses. En aquellos tiempos a los ingenieros que salían de la cuna de los jesuitas se les conocía como los “electrocuras”, aunque a él le denominaban el “electro–obispo”. Pocos saben que el joven Pepe quiso ir a la universidad pública, pero su padre se opuso con uñas y dientes.

LA MINISTRA TERESA RIBERA LE PREFIERE A BORJA PRADO

Una de las características fundamentales que definen al personaje es su carácter inmutable a lo largo de los años. Sus compañeros de mili en León y Segovia –a los que todavía visita de vez en cuando– aseguran que el CEO de Endesa sigue siendo la misma persona de siempre. Ese José Damián (así es su nombre completo) de trato cordial, andares sosegados y que trata por igual a sus compañeros del consejo de administración que al bedel que le abre la puerta del coche cuando acude al Ministerio de Transición Ecológica.

Teresa Ribera está encantada de departir con el y, sobre todo, de no tener que ver más a Borja Prado. La ministra siempre ha dicho que la relación con el ex presidente de Endesa era complicada y que se entendía mejor con Bogas, un hombre cabal que conoce al dedillo los aspectos técnicos del negocio energético. 

Aunque ya no hace tanto deporte como antaño –la edad no perdona– el ejecutivo intenta mantener su rutina semanal con un entrenador personal que acude a su domicilio para desengrasarle y ponerle en forma. No es un habitual de los campos de golf ni de las redes sociales y, además de la lectura, le encanta el cine, especialmente las películas históricas y los thrillers, siempre que tengan un buen guion. En lo político se considera sí mismo una persona de centro con un marcado carácter social, quizás un eufemismo para evitar definirse como democristiano. Nunca ha creído en esa visión de la realidad de blancos y negros y prefiere buscar en los grises atisbos de realidad. 

Uno de sus libros preferidos es Un sombrero para su mente escrito por Edward de Bono y que desbroza los entresijos del pensamiento creativo, un tipo de enfoque que le permite sacar el máximo partido de sus equipos de trabajo. En las reuniones pide a los directivos que aporten lo que consideren oportuno, aunque la opinión que se ponga sobre la mesa pueda parecer a primera vista una barbaridad sin sustento. Piensa que es mejor equivocarse y acertar en equipo, aunque siempre asume la responsabilidad del capitán cuando el barco zozobra. Fomenta la discusión y la expresión de todos los puntos de vista posibles y, además, dicen que tiene buen ojo para la gente.

EL EJECUTIVO QUE HABLA ‘ITAÑOL’ EN LA INTIMIDAD

Estos días Bogas no está pasando por un momento dulce en lo profesional. El anuncio del cierre de la central de As Pontes –adelantada en exclusiva por MERCA2– le toca la fibra porque fue allí donde hizo sus primeros pinitos en Endesa. No obstante, tiene muy claro que no es posible mantener una estructura de negocio basada exclusivamente en los combustibles fósiles y lo único que pide a los autoridades es que la transición hacia un modelo bajo en emisiones se haga de forma gradual y, sobre todo, garantizando el suministro para evitar los apagones. Es decir, sin renunciar a la energía nuclear.

En Italia los máximos responsables de ENEL están muy contentos con su labor. Su nombramiento se hizo a propuesta de Francesco Starace, ejecutivo número uno de Enel y consejero también de Endesa. Se conocen y entienden bien a pesar de que Bogas habla un itañol de andar por casa, como él mismo admite medio en broma medio en serio. A veces discuten –con vehemencia en ocasiones– pero entre ambos ejecutivos reina la cordialidad, sobre todo ahora que la tensión entre Madrid y Milán que caracterizó la última etapa de Borja Prado se ha rebajado considerablemente.

Bogas es de los que cree que la suerte es indispensable en la vida, pero que hay que trabajar para aprovecharla. Cuando ENEL tomó el control de Endesa en 2009 se planteó dejar la compañía, que se enfrentaba a los retos propios de un sector maduro e intervenido hasta la nausea y que estaba en plena diana política. Lo consultó con su señora esposa y juntos decidieron seguir adelante bajo el manto de los italianos. Quienes le conocen saben que no se ha arrepentido y ahora a sus 64 años acaricia ya la idea de la jubilación. Cuando se lo recuerdan Bogas cita a Oscar Wilde: “En el mundo sólo hay dos tragedias: una es no conseguir lo que deseas y la otra conseguirlo”.