La oleada de huelgas amenaza con agujerear las cuentas de Ryanair

Ryanair se enfrenta a una nueva crisis que afectará a su exitoso modelo low cost. La oleada de huelgas de este verano –convocadas en España y otros países de Europa– amenaza con agujerear las arcas de la irlandesa, como ya ocurriera el pasado año cuando registró pérdidas en su tercer trimestre fiscal (de octubre a diciembre).

Ni los tribunales ni su poder de negociación han conseguido paralizar los paros convocados por varios sindicatos. En el caso de España, la Unión Sindical Obrera (USO) y del Sindicato de Tripulantes de Cabina de Pasajeros de Líneas Aéreas (Sitcpla) de Ryanair han convocado diez días de huelga en septiembre (1, 2, 6, 8, 13, 15, 20, 22, 27 y 29) para impedir la intención de la compañía de cerrar las bases de Gran Canaria y Tenerife, a partir de enero, y la de Girona más adelante, de las trece con que cuenta la aerolínea irlandesa en España.

Paros que se suman a los cinco días de huelga de los tripulantes de cabina de Portugal, iniciados el pasado miércoles como protesta por el cierre de la base de Faro; y a la huelga de pilotos de Reino Unido. No obstante, un tribunal ha concedido una victoria a Ryanair al fallar a favor de la compañía y bloquear la huelga de pilotos de Irlanda vía orden judicial. 

La oleada de huelgas amenaza con agujerear las arcas de Ryanair, como ya ocurriera el pasado año cuando registró pérdidas en su tercer trimestre fiscal

Situación que recuerda a la de 2018. En agosto del año pasado, se cancelaron 450 vuelos de Ryanair, ya que los pilotos en Alemania, Holanda, Bélgica, Irlanda y Suecia convocaron huelgas coordinadas las 24 horas. Alrededor de 75.000 pasajeros se vieron afectados. A estas se sumaron las huelgas de tripulantes de cabina y otros cientos de vuelos cancelados. En España, se realizaron paros el 25 y 26 de julio (en coordinación con otros sindicatos europeos) y el 28 de septiembre.

Tras estas jornadas llegó el varapalo en las cuentas de Ryanair. La irlandesa registró unas pérdidas de 20 millones de euros en el tercer trimestre fiscal que finalizó en diciembre de 2018. La aerolínea culpó al descenso del 6% de las tarifas. Sin embargo, el conflicto laboral también generó el repunte en los gastos de plantilla y en las compensaciones pagadas.

Antes de cerrar su ejercicio fiscal (31 de marzo de 2019) la compañía aérea ya había anunciado en varias ocasiones una revisión a la baja de su beneficio. Finalmente cayó un 29%, hasta los 1.024,5 millones de euros.

Además de los elevados costes de fuel y la crisis de Boeing, las huelgas hicieron mella en las cuentas de Ryanair debido al aumento de 200 millones de euros en los gastos de personal (incluido un 20% de aumento de los salarios de los pilotos) y 50 millones de euros más en concepto de indemnizaciones a los pasajeros por la oleada de huelgas el pasado año y según establece el Reglamento de la Unión Europea 261/2004. Solo estaban previstas las pérdidas del primer año de Lauda Motion (de hasta 139,5 millones de euros).

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Lejos de mejorar, la situación ha ido a peor. Así lo demuestran los últimos datos de la compañía. Ryanair registró un beneficio de 243 millones de euros en el primer trimestre de su ejercicio fiscal, finalizado el pasado 30 de junio, un 21% menos que el año anterior, debido a los fuertes aumentos en las partidas de costes. Entre estas, los gastos de personal aumentaron un 21%.

La aerolínea irlandesa ha señalado que mantienen la perspectiva de beneficios de entre 750 y 950 millones de euros para el año fiscal 2020. Pronóstico que podría verse incluso reducido por el impacto de los gastos asociados a las nuevas huelgas. Además, se trata de una previsión baja teniendo en cuenta que el año 2018 lo cerró con un beneficio neto de 1.450 millones de euros.

PROBLEMAS EN SU MODELO ‘LOW COST’

Ryanair no es ajena al elevado precio del fuel ni a las convulsiones que sufre el sector aéreo –con muchas quiebras a sus espaldas–. Su estado financiero revela el fin del modelo low costal menos como lo conocemos actualmente.

El éxito del modelo de Ryanair consiste en tener aviones volando constantemente y la gran mayoría en aeropuertos secundarios, donde muchas de sus rutas reciben subvenciones. Cada minuto que una aeronave está en tierra está perdiendo dinero. Por eso, el margen de tiempo entre que un avión aterriza y vuelve a despegar es muy ajustado. De ahí que los ingresos extra y los gastos estén calculados hasta el milímetro.

El problema es cuando los gastos no están tan controlados. Y eso es, precisamente, lo que ha pasado factura a la empresa irlandesa. Así, Ryanair ha cambiado algunas cuestiones para ingresar más, como la política de equipajes. También ha lanzado un nuevo servicio que ofrece ejecutar campañas de publicidad insertadas en las tarjetas de embarque de los usuarios.

Por otro lado, la low cost se ha visto abocada a crear un grupo aéreo y crecer a golpe de pequeñas adquisiciones. La última: Malta Air, que ya forma parte de Ryanair Holdings junto con las aerolíneas Ryanair, Ryanair UK, Buzz (Polonia) y Lauda (Austria). Durante este año fiscal, Ryanair pasará a una estructura de grupo no muy diferente a la de IAG. Un pequeño equipo directivo supervisará el desarrollo de las filiales, mientras que Michael O’Leary se convertirá en CEO. También se buscará un director general.