Pilar González de Frutos (Unespa): “España no puede estar sin Gobierno”

Si hay o no quinto malo, como reza el dicho popular, el tiempo lo dirá. Porque Pilar González de Frutos acaba de estrenar su quinto mandato al frente de la patronal del seguro. Seguir trabajando para que aumente la nota social del valor del seguro, ser capaces de transmitir todo lo que el sector puede aportar en digitalización, envejecimiento y sostenibilidad, y multiplicar y mejorar la capacidad de interlocución son sus prioridades en esta nueva etapa. Pero, en un momento político de esos que los expertos tachan de interesante, no podíamos dejar de preguntarle sobre su visión al respecto.

¿La patronal del seguro prefiere un gobierno en solitario o en coalición?

En primer lugar es importante destacar que Unespa no vota. Somos una asociación empresarial. Quienes votan son los ciudadanos. Dicho esto, y por no eludir su pregunta, lo que todo empresario desea es estabilidad (política, económica…) y seguridad jurídica. Este es el abono para que la economía florezca. Esa estabilidad puede venir de la mano tanto de Gobiernos en solitario, con apoyos puntuales para sacar adelante tal o cual proyecto, como de coalición. Lo que importa es el resultado.

¿Sus preferencias se decantan por el mismo pacto que indica la patronal CEOE? En caso afirmativo, ¿por qué?

España no puede estar sin Gobierno. Nuestra historia contemporánea demuestra que este país ha crecido económicamente y generado bienestar a sus ciudadanos en los momentos de estabilidad política. Hoy, como ayer, necesitamos tener un Ejecutivo que tome decisiones y emprenda las reformas pendientes. Esto exige, no obstante, que las formaciones políticas que representan las distintas sensibilidades existentes entre la ciudadanía alcancen puntos de encuentro sobre temas que son fundamentales para el futuro de sus votantes.

¿Qué pasos debe dar el nuevo Gobierno para potenciar el sector? ¿El tratamiento fiscal de los productos de previsión debería ser una prioridad? ¿Cómo agitar y dinamizar el ahorro?

En primer lugar me gustaría realizar una matización a su pregunta. No se trata de potenciar a un sector o a otro, sino de establecer medidas fiscales y estructurales que orienten el comportamiento de los ciudadanos hacia objetivos de política económica que se consideran adecuados para el desarrollo de un país. Los incentivos fiscales de los que gozan determinados seguros de vida ahorro tienen como objetivo garantizar que la población española goce de buenas condiciones de vida y de un poder adquisitivo holgado en el futuro, a pesar del evidente envejecimiento demográfico al que se ve expuesta nuestra sociedad.

Realizada esta matización, desde Unespa defendemos varias medidas para potenciar la previsión social complementaria. La más destacada es establecer sistemas de ahorro de adscripción por defecto en las empresas. Las relaciones laborales constituyen un buen entorno donde generar masas de ahorro que permitan complementar las pensiones públicas. Repito, “complementar”. No sustituir. Es crucial que estos esquemas se generalicen y alcancen a las pymes, que son las grandes generadoras de empleo en este país.

Actualmente, la inmensa mayoría de trabajadores españoles carece de esquemas de ahorro en su entorno laboral y esto, con el paso del tiempo, puede derivar en que haya jubilados de primera (los que estuvieron adscritos a esquemas de previsión social complementaria y tendrán varias fuentes de ingresos) y jubilados de segunda (los que solo contarán con la pensión pública).

En segundo término está pendiente que la Seguridad Social informe a los trabajadores de la previsible pensión pública, en euros de hoy, que percibirían, bajo determinadas hipótesis, en el momento de jubilarse. Esta obligación también será extensible a los sistemas complementarios privados. Esta es la mejor forma para concienciar a los ciudadanos sobre cómo variarán sus ingresos al llegar la jubilación.

¿Es mejorable el tratamiento que reciben los sistemas de previsión?

Sí. En la actualidad la prestación de estos productos tributan en su totalidad como rendimientos del trabajo, cuando lo lógico es que sólo tribute como rendimiento del trabajo la parte de la prestación que se corresponde con las aportaciones realizadas (la que se benefició de la reducción en base imponible) y que la parte que se corresponde con la rentabilidad tribute como rentas del ahorro.

Es importante tener en mente que la fiscalidad de los sistemas de previsión social con reducción fiscal en base imponible del IRPF no supone un tratamiento fiscal privilegiado. No se trata de una exención, sino de un mero diferimiento de la tributación. El trabajador se reduce de sus rendimientos del trabajo el importe de la aportación realizado en el año al sistema de previsión social, pero tributa cuando percibe la prestación en el momento de jubilarse.

Finalmente, deben mantenerse e incrementarse los incentivos fiscales destinados a que los ciudadanos perciban al jubilarse el ahorro que hayan conseguido acumular en forma de rentas vitalicias. Esto permite que ese ahorro se cobre mes a mes, complementando realmente a la pensión pública hasta el fallecimiento. Viva lo que viva el asegurado.

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Diferentes ejecutivos han hecho oídos sordos a sus peticiones. ¿Los políticos, y otros actores públicos, minusvaloran el sector?

En el seguro intentamos ser consecuentes y enviar los mismos mensajes a lo largo del tiempo. Yo llevo más de 16 años al frente de Unespa y creo que si se consultan mis intervenciones de 2004 o 2005 con lo que digo ahora se verá que mantengo la misma línea argumental porque, tristemente, muchos de los temas sobre los que me pronunciaba entonces siguen ahí. Pendientes.

Es cierto que en este tiempo se han adoptado medidas, muchas de ellas valientes. Pero a pesar de existir avances (y bienvenidos sean), el dibujo general nos muestra una España donde, al contrario que en otros países de nuestro entorno, la previsión social complementaria es más la excepción que la regla. Aquí nos jugamos mucho como sociedad. Lo que está en juego no es el trato que recibe tal o cual industria. De lo que estamos hablando es del bienestar de la gente dentro de 10, 15 o 20 años. De cómo vivirán cuando se jubilen nuestros amigos. Nuestros familiares. Nosotros mismos.