Tribuna: Incertidumbres

Las incertidumbres no suelen gustar a los inversores. España muestra ahora un crecimiento económico esperanzador, aunque parcialmente limitado por los acontecimientos en Cataluña. Es un aviso que muchos ignoran en el Principado pero que no pasa desapercibido a quienes se juegan sus propias perras allí o en el resto de España.

Vamos camino de un año electoral importante ya que en 2019 tendrán lugar elecciones municipales y muchas autonómicas. En 2020 tocan, en principio, las generales. Sin embargo, hay importantes incógnitas por despejar.

La primera es la aprobación retrasada de los presupuestos de 2018. Rajoy afecta no inmutarse y parece dispuesto a seguir hasta 2020 aunque no se aprueben, pero eso no es realista. Con solo unos presupuestos de 2017, prorrogados, difícilmente podrá superar el otoño de 2018 o, a lo sumo, la primavera de 2019. Por otra parte, ignoramos aún el precio (alto) del PNV para dar su necesaria aprobación sin olvidar que parte del mismo está pidiendo, ahora por contagio, el engañoso derecho a decidir.

Rajoy necesitará también el apoyo de Rivera. Desde la importante victoria de Ciudadanos en Cataluña, con su repercusión en toda España, el PP se ha embarcado en una guerra contra C´s que bien podría pasarle factura. Ciudadanos está en condiciones de elevar su precio o de forzar elecciones.

No sabemos, pues, cuándo tendremos elecciones generales, pero difícilmente llegará Rajoy a 2020. Tampoco sabemos si será el candidato del PP. Él se postula, pero el tremendo desgaste por la corrupción puede acabar forzando su relevo y, en tal caso, ¿quién le sustituiría?

¿Qué gobierno saldrá de las elecciones? Tres partidos están en lo alto, PP, PSOE y Ciudadanos. Ninguno podrá gobernar a su antojo. ¿Tendremos un tripartito nacional, una coalición PSOE y C´s, una del PP con C´s o, incluso, un gobierno pepesocialista? Podemos está perdiendo fuelle y al hilo de la cuestión catalana se ha apartado de los tres partidos constitucionalistas (“monárquicos” según la izquierda radical). Cualquiera que sea la combinación resultante, ¿quién lo presidirá desde la Moncloa?

En Cataluña los secesionistas se han estampado contra la realidad, pero eso no significa que las aguas retornen tranquilamente a su cauce porque los independentistas vuelven enseguida a las andadas. Es nula su lealtad al espíritu implícito del pacto constitucional de 1978, autonomía a cambio de no independencia. De no haber sido así, España no tendría Autonomías. Bastaba con una descentralización, como en Francia.

El 155 fue necesario, pero ni su aplicación, ni la marcha de empresas del Principado, ni una disminución de las perspectivas de crecimiento económico local o la profunda división entre catalanes causada por el “procés” han traído de vuelta aún suficiente sensatez. No está claro, además, si habrá un gobierno autonómico sin otras elecciones. Mientras, el 155 seguirá en vigor y más presente en la gestión del día a día.

Añadamos que la Justicia es una apisonadora lenta pero implacable. La declaración en el Tribunal supremo de la cupera Boya, afirmando que la declaración de independencia unilateral iba en serio, es una carga de profundidad contra la línea defensiva de los demás separatistas que arteramente pretenden que era meramente testimonial.

En Europa las cosas parecen más tranquilas, pero para un futuro con una hoja de ruta clara tiene que despejarse la incógnita de si las bases del SPD aceptarán el acuerdo de gobierno negociado por su dirección con Merkel. Habrá que esperar al 4 de marzo para saberlo y cualquier cosa puede ocurrir. El que más lo necesita es Macron que sin una alianza dinámica germano-francesa se verá disminuido interna e internacionalmente.

 Carlos Miranda es Embajador de España